Abril García / La Voz de Michoacán Zamora, Michoacán. En años recientes, en el estado de Michoacán “gradualmente se está sustituyendo al maíz por el agave”, advirtió José Luis Seefoó Luján, especialista en estudios rurales y en ciencias sociales durante el foro regional “Paisaje, agave y ganadería en el occidente mexicano”, organizado por el Colegio de Michoacán (Colmich). El agave desde el periodo precolombino ha sido utilizado para la elaboración de productos artesanales como estropajos, pulque, textiles y cuerdas. No obstante, en la época contemporánea su cosecha está enfocada principalmente en la producción industrial de bebidas alcohólicas, como el tequila y el mezcal. En México, los estados que lideran la producción son Jalisco con millón 146 mil 833 toneladas, Guanajuato con 273 mil 586 toneladas y Oaxaca con 183 mil 514 toneladas al año. Sin embargo, de acuerdo con la información provista por el investigador, Michoacán se encuentra “irrumpiendo poderosamente” en la agroexportación y el monocultivo de este tipo de plantas. Actualmente, en la entidad se tiene registrado un aproximado de 7 millones de plantas, 2 mil 500 productores y 4 mil 500 hectáreas. Estas cifras lo posicionan como el quinto estado productor a nivel nacional, con un total de 48 mil 877 toneladas al año. Michoacán es uno de los 5 estados con Denominación de Origen del Tequila (DOT) y uno de los 8 estados con la Denominación de Origen Mezcal (DOM), emitidas por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Anualmente se producen 800 mil litros de tequila y 300 mil litros de mezcal, lo cual tiene como resultado una derrama económica de 273 millones 344 mil pesos para la entidad. El investigador destacó que la plantación de agave trae consigo efectos favorables para la sociedad y para el ambiente, como la generación de empleos en los sectores agrícola e industrial y el crecimiento económico a causa de las divisas, los impuestos y los permisos. Sin embargo, expuso que a su vez existen consecuencias perjudiciales como la erosión del suelo, la contaminación por plaguicidas, el incremento de plagas, la desarticulación territorial y el desplazamiento de especies como el maíz, el sorgo y la avena. “La agroindustria del agave tiene su cara amable: figura una gran promoción estatal, captación de divisas y revaloración en la venta del suelo y, al mismo tiempo, se está impulsando la investigación. Sin embargo, están tiene consecuencias sociales cuando se fragmentan los posesionarios y se usan cada vez más los plaguicidas”, sostuvo. Finalmente, el académico hizo hincapié en la necesidad de invertir en la investigación pública y privada para que desarrollen formas agroecológicas y sustentables de producir mezcal, pulque y tequila sin causar daños al ambiente.