Abril García / La Voz de Michoacán En la víspera de este 12 de diciembre, el Santuario de la Virgen de Guadalupe, conocido por los habitantes de Morelia como el Templo de San Diego, se elevó a Santuario Diocesano frente a la mirada de miles de peregrinos. Desde temprana hora, la calzada Fray Antonio de San Miguel recibió a cientos de peregrinos vestidos de manta, con el cabello trenzado y calzando huaraches. Algunos de ellos recorrieron la calzada de rodillas hasta llegar al templo, a manera de agradecimiento por las bendiciones o de petición de milagros. Estas mandas son una forma devota en la que los feligreses piden la intersección de la virgen en situaciones complicadas, como lo pueden ser enfermedades, accidentes o carencias. ¿Qué implica ser un santuario diocesano? Un santuario diocesano goza de ciertos privilegios y responsabilidades. Entre ellos se encuentran el que haya mayor solemnidad en las celebraciones litúrgicas, además de que se pueden conceder indulgencias y otras gracias espirituales a los peregrinos. Además, un santuario diocesano tiene el deber de fomentar la piedad popular, pues se convierte en un centro de referencia para la vida espiritual de la diócesis y atrae a un mayor número de fieles. También, adquiere mayor responsabilidad pastoral y que debe ofrecer una atención pastoral más especializada, como dirección espiritual, confesiones y retiros. El fervor guadalupano Así, en medio del fervor, alrededor de las 19:00 horas se realizó una solemne ceremonia eucarística presidida por el arzobispo de la Arquidiócesis de Morelia, Carlos Garfias Merlos, quien hizo la lectura del nombramiento oficial del cambio de estatus. “Teniendo en cuenta que estamos a poco tiempo de celebrar a nuestra Santísima de Guadalupe y contando con la gran tradición e historia que durante mucho tiempo ha tenido este templo para venerar a esta querida imagen y con el único fin de favorecer la salvación de los fieles, por las presentes letras dispongo que la rectoría de Nuestra Señora de Guadalupe en Morelia sea elevada canónicamente a la dignidad de Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe”, indicó el arzobispo. Asimismo, agradeció la presencia de los fieles que acudieron al recinto desde distintas partes de México a honrar a este “símbolo de unidad y de paz en nuestra cultura”. Añadió que en este espacio de peregrinación “se celebra la eucaristía, se recibe la bendición por nuestra vida, se siente la presencia de Dios de manera especial, se vive la comunión con nuestros hermanos y se experimenta la cercanía divina”. Simultáneamente, diversas peregrinaciones recorrieron la avenida Francisco I. Madero desde la Catedral de Morelia con rumbo al Templo de San Diego portando figuras de la Virgen, ataviadas con adornos florales y realizando cantos, danzas y rezos durante su extenso recorrido. Ya pasando las 21:00 horas, ante la masiva afluencia la celebración, continuó con la presentación de la Danza de Inditos y Guarecitas del Tepeyac que se realizó en el atrio del templo. La danza es una representación del Milagro de las Rosas, que es la cuarta aparición de la Virgen de Guadalupe al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, donde en épocas prehispánicas solía venerarse a la diosa mexica Tonantzin. Para concluir la velada, en punto de las 23:00 horas se realizó el homenaje popular donde se le cantaron Las Mañanitas a la Virgen, para poder recibir esta fecha tan significativa para los fieles católicos en México.