Agencias / La Voz de Michoacán De la Casa de los Famosos a las cámaras instaladas en más de un rincón de la ciudad: la vigilancia se ha convertido en una sigilosa acompañante, que, con el avance de la tecnología, podría volverse aún más sofisticada. El reconocimiento facial, rastreo de dispositivos e incluso el monitoreo de las actividades diarias a través de la IA son prueba de ello, llevando al "Gran Hermano" fuera de las pantallas y la literatura. “Las tecnologías emergentes, como la neurotecnología disponible comercialmente, presentarán nuevas formas de vigilancia mental”, plantean Kiley Seymour, Jarrod McNicoll y Roger Koenig-Robert, investigadores de psicología de la Universidad Tecnológica de Sídney. Las implicaciones de ello sobre la salud no están del todo claras, por lo que el grupo de especialistas se propuso analizar si la hipervigilancia podría tener algún efecto del que aún no somos conscientes. Sus hallazgos —publicados recientemente en la revista Neuroscience of Consciousness— parecen dar una primera respuesta. No obstante, también siembra nuevas incógnitas en el terreno de la salud mental pública. El ojo que todo lo ve No es que no existan investigaciones sobre cómo la vigilancia constante llega a afectar a las personas: hay un gran número de estudios sobre cómo altera el comportamiento voluntario. Sin embargo, son pocos los que se han centrado en aspectos “más fundamentales y automáticos de la conciencia y la cognición perceptuales humanas”, como aseguran los autores del estudio. Para comprobar si la vigilancia despertaba algún efecto inconsciente, el grupo analizó la capacidad de 54 personas para detectar la mirada de otras, una función esencial de la percepción sensorial y que además es vital dentro de la interacción humana. Para ello dividieron al grupo en dos y se les asignó una tarea. El primer segmento, de 24 participantes, ejecutó la labor sin algún tipo de vigilancia en una habitación. Los otros 30 realizaron la actividad solicitada mientras eran observados a través de cámaras desde una habitación contigua. Tras analizar los resultados, los autores de la investigación concluyeron que el cerebro cambia la forma en que procesa la información cuando es observado, aun cuando la sensación de vigilancia sea leve: las personas perciben más rápido las caras. “Ser monitoreado de manera visible a través de cámaras de vigilancia impacta notablemente una función involuntaria y arraigada en la percepción sensorial humana: la capacidad de detectar conscientemente un rostro”, aseguró la profesora de neurociencia y comportamiento, Kiley Seymour en un comunicado de la Universidad Tecnológica de Sídney. De acuerdo con Seymour y sus colegas, este mecanismo (que evolucionó con el fin de detectar a otras personas y/o amenazas potenciales) se vuelve mucho más agudo cuando alguien se sabe observado. “Los participantes que monitoreamos se volvieron hiperconscientes de los estímulos faciales casi un segundo más rápido que el grupo de control. Esta mejora perceptiva también ocurrió sin que los participantes se dieran cuenta”. La capacidad de detectar los rostros tiene un gran peso en las interacciones sociales cotidianas, pues a partir de esta habilidad se pueden descifrar y predecir comportamientos. Se crean “modelos de las mentes de otras personas”. En algunos trastornos mentales, la hipersensibilidad a la mirada se hace más latente, como ocurre en la psicosis y el trastorno de ansiedad social. Aunque los efectos de la vigilancia sobre este procesamiento social básico fueron bastante marcados, no fueron percibidos por los participantes, lo que, desde el punto de vista de los investigadores, resulta “sorprendente pero inquietante”. “Dada la importancia de esta capacidad para la interacción social humana, estos resultados resaltan implicaciones importantes para la salud mental pública”, se lee en el estudio. Si alguien te observa… Desde 2015 existe evidencia de que las personas rápidamente normalizan el hecho de ser monitoreadas. No obstante, esto no quiere decir que no tenga algún efecto, ya que en la mayoría de los casos cambia su comportamiento. Más de un estudio ha encontrado que cuando alguien se siente observado tiende a ser más generoso, y a su vez, es menos propenso a robar, obedeciendo a un sentido de supervivencia: se protege de las consecuencias sociales negativas, como proponen algunos psicólogos. También se ha encontrado que la vigilancia no solo detona incomodidad: trae consigo un estado de alerta que agudiza la respuesta de lucha o huida, incluso puede afectar la productividad de forma negativa en los lugares de trabajo. Aunque en la investigación más reciente se abordan las implicaciones de la hipervigilancia en los procesos sociales inconscientes, los autores enfatizaron en la necesidad de explorar los efectos sobre el sistema límbico de manera más amplia, ya que "tendría implicaciones más generales para la salud mental pública y la importancia de la privacidad".