Anteriormente las fiestas nacionales oficiales y los días de asueto obligatorio que hoy aprovechamos para el turismo y la convivencia familiar, eran establecidos por la Iglesia católica; fue hasta el 11 de agosto de 1859 que adquirieron su carácter laico y civil. Ese día, el presidente Benito Juárez García promulgó la Ley Sobre Días Festivos Cívicos, como parte de sus famosas Leyes de Reforma que separaron a la Iglesia del Estado. Dicha ley establecía los domingos como días de descanso, así como nueve días cívicos: el primer día de cada año; los jueves y viernes de la Semana Mayor, los jueves de Corpus, el 16 de septiembre, los días 1 y 2 de noviembre, así como el 12 y el 25 de diciembre. Si bien, a excepción del 16 de septiembre, los días seguían teniendo un origen y una connotación religiosa, la ley fue clara al prohibir la presencia de la iglesia en actos oficiales, así como de impedir a los funcionarios públicos ausentarse de su trabajo por festividades religiosas y participar en ellas bajo su investidura oficial. Actualmente las fechas de los aniversarios de muchos acontecimientos históricos son considerados días cívicos, y aunque por costumbre algunos patrones permiten descansar en días religiosos, el Artículo 74 de la Ley Federal de Trabajo establece sólo ocho días de asueto obligatorios oficiales. El 1 de mayo se descansa por ser el Día del Trabajo; el 16 de septiembre por el aniversario de la Independencia y el 1 de enero por ser el primer día del año. El 25 de diciembre, celebración de la Navidad, es el único día de asueto oficial al que pude achacarse un origen religioso. Asimismo, es de descanso obligatorio el 1 de diciembre de cada seis años, fecha en que la República mexicana cambia de presidente. Los días 5 de febrero, 21 de marzo y 20 de noviembre también son días cívicos pero a partir de la reforma del 17 de enero de 2006, su descanso se recorre a un lunes para juntarlos con el fin de semana y fomentar el turismo nacional. Así, se descansa el tercer lunes de noviembre en remembranza del inicio de la Revolución Mexicana y el primer lunes de febrero en conmemoración del día de la Constitución de 1917. Finalmente el tercer lunes de marzo se descansa para celebrar el natalicio de Benito Juárez (21 de marzo), el presidente que dio el carácter cívico y laico a las festividades nacionales.