España sufrió una sonrojante derrota en su visita a Eslovaquia (2-1), que se confirma como revelación del Grupo C con pleno de victorias ante las dos favoritas, en un descalabro europeo de la Roja ocho años después tras una lucha por un empate que tiró a tres minutos del final. Avisó Vicente Del Bosque que España afrontaba el partido más duro de toda la fase de clasificación a la Eurocopa 2016. Muchos le tildaron de exagerar, pensando que el triunfo de Eslovaquia en Ucrania era un espejismo, pero la realidad fue bien distinta. Confirmaron su crecimiento como Selección, con un planteamiento que se le atragantó a la vigente campeona de Europa que sufrió una de las derrotas más injustificables en la 'era Del Bosque'. Mientras el seleccionador español busca una fórmula para hacer crecer el protagonismo de Diego Costa, España salió a dominar y se encontró con la dureza de un rival que juntaba líneas en defensa, ubicaba un central de mediocentro como Gyomber para cerrar espacios y renunciaba a su nueve, Nemec, para buscar la velocidad con un tridente ofensivo rápido y con calidad. Weiss, Mak y Hamsik conectaron a la perfección. El aviso de palabra de sus peligrosos contragolpes de poco sirvió. Cuando lo montaron la Roja sufrió. Se salvó de inicio gracias a una gran intervención de Casillas. A los once minutos dejaba una de esas acciones que marcaban sus partidos en un pasado reciente. El centro desde el costado derecho de centro de Pecovsky lo remató Mak con calidad y potencia, cogió a contra pie a Iker que reaccionó sacando una mano salvadora con reflejos. Mientras, España no plasmaba el dominio en lanzamientos a puerta, buscaba la conexión Cesc-Costa y añoraba más de Silva. Diego Costa perdonaba la primera, con un testarazo que no encontró el arco. Koke retrasaba su posición en exceso, para dar salida limpia a la jugada pero sin protagonismo ofensivo y el peso recaía sobre Iniesta que no cesó de intentarlo. Chutó en dos ocasiones, en el minuto 38 significó el primer tiro entre palos que sacó Kozacik a córner. A esas alturas España ya perdía y comenzaba a inquietarse por no encontrar la llave que abriese el cerrojo rival. La vida de Casillas se ha convertido en continua inestabilidad. De recuperar confianza a volver al abismo. De un paradón a una cantada de época. Una falta protestada de Busquets a Weiss para frenar un contraataque, nació el disparo con violencia de Kucka a los 18 minutos. Tanta que el esférico hizo un extraño, con un efecto difícil para el portero pero que nunca justifica lo que hizo Iker. Se lanzó hacia su derecha y cuando sacó la mano ya era tarde. Blanda se dobló y el balón entró en su portería. El aluvión de críticas que recibirá ya paseaba por su cabeza. El tanto fue un golpe en la autoestima de la Roja. Un castigo excesivo a dos veces que descuidó su espalda, cuando Costa comenzaba a acercarse a su nivel, sin despistarse en un pique de locura con Skrtel. Raúl Albiol perdonaba en un balón muerto tras un córner y el portero eslovaco se lucía ante un cabezazo de Diego antes del descanso. Era el nuevo escenario del partido. Nueve rivales por detrás del balón y la velocidad de un 'diablo' como Hamsik. De su lucha llegó el disparo lejano de Pecovsky que desvió Casillas a córner pese a que no iba a puerta. Ya no había margen para excesos de confianza. España saltó al césped cinco minutos antes del inicio de la segunda parte. Tenía ganas de arreglar el desaguisado. Y comenzó volcado por el empate. Con Koke adelantando metros para encerrar a su rival prácticamente en su área. En seis minutos disparó más que en todo el primer acto pero se volvió a topar con Kozácik. Dejó dos buenas paradas a Cesc y Diego Costa que se fabricó su ocasión y chutó abajo. No dejó pasar mucho tiempo Del Bosque para arriesgar. En el 58 quitó un central, Raúl Albiol, para aumentar la artillería con Pedro. Se equivocó España al olvidarse de las bandas, querer entrar siempre en combinaciones por el centro y la falta de acierto fue aumentando el nerviosismo. A esas alturas Eslovaquia renunciaba al balón y hasta al contraataque. Montó un muro inaccesible. A España le faltó movilidad y capacidad de sorpresa. Ataques previsibles ante un rival encerrado. Parecía destinado a la derrota, a abandonar el césped con la cabeza gacha cuando apareció el futbolista que mejor momento atraviesa. Paco Alcácer pinchó un pase en largo de Jordi Alba y definió con calidad. La apuesta por dos puntas había generado algo de desequilibrio en Eslovaquia. España lo sintió y fue por el triunfo. Restaban ocho minutos y segundos después Cesc disparaba a las nubes. Con ambición veían de cerca la remontada pero la realidad fue bien distinta. Con el equipo diseñado para ello, un nuevo ataque veloz de Eslovaquia le dio el partido. La jugada por la derecha cogió a todos descolocados. Koke estuvo lentísimo en el repliegue, Piqué llegó tarde y el encargado de tapar el centro era Cazorla, como improvisado lateral derecho. Stoch remató a placer en el segundo palo y desató la locura en un pequeño estadio que saboreó la encerrona al vigente campeón de Europa. Los intentos finales a la desesperada no servirían de nada. España no perdía en competición europea desde el 7 de octubre de 2006, ante Suecia. Hay margen para el error pero la derrota saca los colores a más de uno.