Michoacán cuenta con fenómenos migratorios naturales de los más so- bresalientes de México, así que si estás buscando un lugar para vacacionar en este fin de año o simplemente buscas disfrutar de un fin de semana, estos atractivos pueden ser una opción más que interesante, porque además de disfrutar del entorno natural que los rodea podrás conocer la fascinante historia de los ejemplares que han adoptado a este estado como hogar temporal para procrearse, dar luz a nuevas vidas, pasar el frío y ofrecer espectáculos simplemente impresionantes. Una de estas migraciones son las mariposas Monarca que cada año llegan al oriente michoacano el cual es también una de las regione smás ricas en atractivos turísticos del estado porque a menos de 30 minutos de donde se hospeda el lepidóptero hay pueblos mineros, zona arqueológica, aguas termales en medio del bosque con campamentos turísticos, grutas y presas. La mariposa, un hermoso ejemplar de la f milia de los lepidópteros que presume tonos naranjas, blancos y negros, después de emprender un enorme viaje de 4 mil kilómetros desde Canadá, inicia su arribo cada otoño a los santuarios de Michoacán en los municipios de Angangueo, Ocampo y Zitácuaro, los cuales ofrecen condiciones favorables para su hospedaje. En realidad existen cinco santuarios de la Mariposa en el estado: El Rosario, que se localiza en el Cerro “El Campanario”, perteneciente al municipio de Ocampo; Sierra Chincua, que se ubica en Angangueo; Cerro Altamirano ubicado en Contepec; así como Chivati Huacal y Cerro Pelón de Zitácuaro; sin embargo, por razones de conservación y estudio, solamente los dos primeros de esta lista se abren al público, bajo medidas de seguridad en las que toman parte por igual autoridades y los ejidatarios. Los santuarios de estas mariposas comienzan a admitir visitantes en la tercera semana de noviembre y permanecen así hasta concluir marzo, fecha en que el lepidóptero inicia su regreso a Canadá. De esta forma, para Michoacán los Santuarios de la Mariposa Monarca representan un valioso recurso no sólo por su importancia en el mercado turístico, sino porque la maravilla del ecosistema que encierran no tiene igual en todo el mundo. Las Grutas Tziranda se ubican en el municipio de Ciudad Hidalgo, donde el tiempo ha convertido en piedra a hojas y otros restos vegetales, a través de un proceso natural de sedimentación. Las grutas se dividen en dos cuevas, pero sólo una de ellas está abierta al turismo porque en la otra es donde se alojan los pequeños mamíferos en peligro de extinción. En su visita el turista no podrá acceder a la cueva donde están los murciélagos, pero sí podrá admirar hojas y plantas enteras fosilizadas, además de formas caprichosas creadas por la sedimentación calcárea al paso de los siglos. Ahora que si tiene interés en observar el raro espectáculo que ofrecen las criaturas de la cueva vecina cuando salen de su refugio, no tiene más que sentarse en el exterior a esperar hasta las siete o siete y media de la tarde, cuando la nube de mamíferos se dirige a buscar sus alimentos, que son principalmente insectos, frutas, polen, semillas y miel de algunas flores. Por una cuota de acceso, los visitantes tienen a su disposición diversos servicios, el préstamo de un casco y la compañía de un guía para recorrer el laberinto interior, donde en algunas etapas hay que ir agachados o pasar por espacios muy angostos. Una bóveda natural conforma dentro de la cueva una sala audiovisual donde se proyectan documentales todos los sábados y domingos desde las 10:00 de la mañana hasta las 18:00 horas. El recorrido general consta de aproximadamente 300 metros, de los cuales sólo unos 85 o 90 son en el interior de la cavidad. Otras migraciones Además de las mariposas y de las aves; llegan en la misma época –durante el invierno- los Pelicanos Borregones sólo que al otro extremo del estado, en Cojumatlán de Regules. Puntuales a su cita, millares de pelícanos blancos llegan también desde Canadá a las aguas del Lago de Chapala, principalmente en la Isla de Petatán para pasar ahí la temporada, desde mediados de octubre hasta marzo. La gente de la región los llama ‘borregones’, pero para la ciencia su nombre es Pelecanus Erythorhynchos. Miden alrededor de 50 centímetros de altura, con una envergadura de 70 centímetros de extremo a extremo de sus alas y un peso aproximado de ocho a diez kilos. Los primeros registros formales que se tienen del fenómeno migratorio datan de hace apenas 14 años, aunque los pobladores de la ribera refieren que saben del caso desde hace más de 50. Una característica peculiar del espectáculo que ofrecen estas aves es la formación lineal que toman las bandadas en vuelo, especialmente cuando lo hacen a baja altura; además de sus bailes maravillosos que literalmente pareciera ballet pues si uno gira hacia un lado el resto lo hace con éste. La pequeña isla de Petatán es el principal punto donde se agrupan alrededor de dos mil pelícanos y este sitio se ubica a unos 350 kilómetros de Morelia, la capital michoacana. Ahora que si te gusta el sol y la playa, la Costa de Michoacán también recibe cada año a tres de las siete especies de tortuga marina que habitan en el Pacífico mexicano. Se trata de las especies Golfina y Laúd (la más grande del mundo) que desovan en Michoacán así como la “Negra”. Ésta última, que se encuentra en peligro de extinción, es endémica, es decir, sólo se encuentra en esta parte del planeta. Las tortugas marinas, que son animales de crecimiento lento, registran un fenómeno denominado ‘impronta’, que según los especialistas en la materia, ‘fija’ y retiene la información sobre la playa en que nacen, y es por ello que regresan al mismo punto para desovar cuando llegan a la edad adulta, aunque se cree que sólo las hembras vuelven a las playas mientras los machos permanecen en el mar. Para apreciar este espectáculo, las playas ofrecen infraestructura turística muy cuidadosa para no alterar su proceso natural.