Diplomáticos de Estados Unidos y Cuba se sentaron a discutir cómo serán sus futuras relaciones, el papel que jugarán sus embajadas y qué principios los regirán, pero también afirmaron que será complicado superar las diferencias que los mantuvieron enfrentados en las últimas cinco décadas. "Nadie puede pretender que, para mejorar las relaciones, Cuba renunciará a sus principios, ni que negociará aspectos de una política que ha sido reconocida como fracasada ni elementos del bloqueo, por cambios internos en nuestro país", dijo a periodistas Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos de la cancillería isleña, tras salir de una de las dos rondas de conversaciones realizadas el jueves. La secretaria adjunta de Estado para los Asuntos del Hemisferio Occidental y contraparte de este encuentro, Roberta Jacobson, reconoció los obstáculos que se oponen a una normalización de las relaciones. "Tenemos que superar más de 50 años de una relación que no se basa en la confianza", aseguró Jacobson en una rueda de prensa por separado. Las conversaciones del jueves se llevaron a cabo en dos segmentos: por la mañana se abordó la reinstalación de las relaciones diplomáticas —y la apertura de embajadas en ambas capitales_, y por la tarde, temas de una agenda de interés común que contempla desde el combate a las drogas hasta el enfrentamiento a los desastres naturales. "El establecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas es solamente parte de la normalización de las relaciones", expresó Jacobson. Indicó que no hay un "modelo" para la apertura de embajadas, pero reconoció que la normalización significará abordar las diferencias, como la situación de los derechos humanos tal como lo entienden los Estados Unidos con libertad de asociación. Este tema también generó un entredicho cuando un comunicado de la delegación estadounidense escrito en español sostenía que los miembros de la delegación "presionamos" a Cuba "para que mejore las condiciones de derechos humanos, incluida la libertad de expresión y de reunión", una palabra demasiado fuerte en el marco de unas negociaciones que las partes calificaron durante todo el día de respetuosas. "Cuba ha demostrado a lo largo de su historia que nunca ha respondido ni responderá a presiones de ninguna parte que provengan", expresó en reacción Vidal cuando se la consultó al respecto poco después. Un funcionario estadounidense que no estaba autorizado a dar su nombre, manifestó a The Associated Press que la versión en español sonaba más dura de lo que en realidad habían querido expresar en inglés. Como contrapartida, Vidal dijo que reiteró a su contraparte su interés de discutir sobre derechos humanos en pie de igualdad, pues Cuba tiene muchas preocupaciones sobre violaciones concretas de los derechos humanos en Estados Unidos. Agregó que la normalización será "un proceso largo, que va a requerir trabajo de ambas partes", y señaló que sería difícil de explicar que Estados Unidos abriera una embajada en la isla sin sacar a la nación caribeña de la lista de Estados terroristas en la que la agrega cada año. También, según Vidal, se abordaron otras áreas de cooperación de interés común, desde el combate al tráfico de personas hasta la seguridad área, pasando por el intercambio científico. Dijo además que se había confirmado a los estadounidenses el interés de recibir en la isla a compañías de telecomunicaciones para "explorar posibilidades de negocios en esa esfera". Las dos rondas de conversaciones del jueves estuvieron precedidas la víspera por una revisión semestral sobre el tema de migración, que hasta ahora ha sido el único punto de contacto formal entre las partes por años, y en la cual las partes monitorearon los acuerdos que tienen en la materia, los únicos firmados entre las dos naciones. Un funcionario de la cancillería cubana que sostuvo una conversación con periodistas pero no estaba autorizado a dar su nombre indicó que no hay un plazo establecido para abrir las embajadas, que sería el símbolo más palpable de las reinstalación de relaciones entre Cuba y Estados Unidos anunciada por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro el 17 de diciembre de 2014. Un apartado de importancia para Cuba será "el comportamiento que deben mantener nuestras misiones diplomáticas... y las funciones que deben ejercer", dijo el funcionario cubano cuyo nombre se mantiene en reserva. Cuba acusó sistemáticamente a Estados Unidos de usar su Oficina de Intereses —la representación que lleva los asuntos del otro país en el marco de una ruptura de relaciones diplomáticas— para socavar la revolución, dando instrucciones y financiamiento de diverso tipo a los disidentes. Las relaciones entre los dos países se rompieron en la década de 1960 tras el triunfo de la revolución cubana. Estados Unidos impuso severas sanciones a Cuba para presionar por un cambio de modelo, pero Obama reiteró esta semana que se trataba de una política fracasada. El mandatario estadounidense flexibilizó las sanciones la semana pasada y permitió más viajes de estadounidenses, el envío de remesas y algunas exportaciones, pero el grueso de las sanciones continúan vigentes.