Un grupo de científicos de Australia y Nueva Zelanda colocarán sonoboyas en las aguas antárticas para rastrear a las escurridizas ballenas azules (Balaenoptera musculus), informan hoy fuentes científicas. "Buscar a las ballenas azules es como tratar de hallar una aguja en un pajar, pero tenemos un secreto, las vamos a escuchar", dijo el jefe de la expedición, Richard O'Driscoll, del Instituto Nacional del Agua e Investigación Atmosférica de Nueva Zelanda, que realiza este estudio con la División Australiana Antártica. Los científicos, que se embarcarán este miércoles en un viaje de seis semanas a bordo del barco científico Tangaroa que se dirigirá a las islas Balleny, en el océano antártico, para estudiar además de las ballenas azules, a las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) y las austromerluzas antárticas (Dissostichus mawsoni). "Las islas Balleny son conocidas como una zona clave de alimentación de las ballenas jorobadas, pero se desconoce qué comen. Por otro lado, a pesar de que la caza comercial de ballena casi elimina a las ballenas azules comienzan a aparecer señales de que están volviendo (al lugar)", agregó O'Driscoll. Para este estudio, los científicos, que después de sus trabajos en las Balleny, colocarán sonoboyas para captar los sonidos de baja frecuencia que emiten las ballenas, según un comunicado de la División Australiana Antártica. "El cruce de las referencias de las múltiples sonoboyas señalarán con precisión la localización de las ballenas", explicó por su lado el científico australiano Mike Double, quien espera desvelar por qué las ballenas azules se han sumado a estas áreas de alimentación en la Antártida. Los científicos también estudiarán los caladeros de la austromerluza en el Mar Ross para estudiar la abundancia y distribución de sus principales presas e instalará equipos sonares en la bahía Terra Nova, que concentra una gran cantidad de larvas de diablillos antárticos (Pleuragramma antarcticum), un pez que forma parte de la dieta de aves, peces, ballenas y otros animales marinos. "Cuando desaparece el hielo en la primavera se ve una gran cantidad de larvas de diablillos pero no se ven a los adultos y queremos saber si éstos se desplazan durante el invierno y ponen sus huevos en ese lugar o los huevos son arrastrados desde otro lugar", comentó O'Driscoll.