En 1984 la fotografía de una niña de ojos verdes que miraba intensamente desde la portada de la revista National Geographic se convirtió en un ícono, más de 30 años después de que el fotógrafo Steve McCurry capturara su intensa mirada, una nueva imagen de Sharbat Gula, ahora con casi 40 años, ha vuelto ha causar revuelo, según “The Guardian”. El martes, medios de comunicación de Pakistán publicaron una fotografía de la tarjeta de identificación nacional (CNIC por sus siglas en inglés) de Gula, un documento vital que no debió haber sido capaz de obtener por ser extranjera. Se cree que Gula, la más famosa de los cerca de tres millones de refugiados afganos que viven en Pakistán, pudo haber conseguido la tarjeta de identidad gracias a la corrupción que hay en muchos organismos de gobierno, señala “The Guardian”. Los afganos sólo pueden comprar propiedades, abrir una cuenta bancaria y asegurarse de quedarse en un país que busca librarse de su población de refugiados, a través de la tarjeta CNIC, usualmente adquirida con documentos falsos y sobornos. Faik Ali Chachar, un vocero de la Autoridad de Registros y Base de Datos Nacional (NADRA), dijo a “The Guardian” que la falsa tarjeta de Gula fue detectada y bloqueada en agosto pasado y que al menos cuatro funcionarios involucrados en el trámite han sido suspendidos. Señaló al diario inglés que, hasta el momento, la NADRA ha identificado más de 22 mil tarjetas de identidad obtenidas ilegalmente por afganos. Dos hombres, que dijeron ser hijos de Gula, también lograron conseguir la CNIC para residir en Pakistán, donde muchos afganos han establecido sus familias y negocios. Los afganos comenzaron a llegar a Pakistán luego de la invasión soviética a su país en 1979, y varias generaciones han crecido sin siquiera haber visitado la nación de sus familias. La población de refugiados continuó creciendo luego de la retirada de las tropas rusas en 1989, mientras Afganistán caía en una guerra civil. Millones de afganos regresaron a su patria luego de que la comunidad internacional eliminara el régimen talibán en 2001, pero se cree que aún quedan más de 2 y medio millones en Pakistán, la segunda población de refugiados más grande en el mundo. Por su parte los paquistaníes han engendrado odio por los refugiados, a quienes culpan por el crimen, la corrupción y el terrorismo. "Necesitamos que se vayan de Pakistán pues estamos sufriendo por su culpa", dijo a “The Guardian” Hamid-ul-Haq, un diputado que representa la ciudad de Peshawar, donde muchos afganos se han asentado. "Todas nuestras calles, mezquitas y escuelas están repletas de ellos. Es tiempo de que se vayan honorablemente". El diario inglés señala que las acciones en contra de los refugiados afganos se han intensificado desde diciembre del 2014, tras el ataque de los talibanes de Pakistán a una escuela militar pública en Peshawar, en el que más de 130 niños y jóvenes fueron asesinados. Debido a este aumento de la agresión en su contra, en enero del 2015, más de 33 mil afganos indocumentados cruzaron la frontera hacia su país de origen, el doble de los repatriados en todo el 2014, señala la Organización Internacional para las Migraciones. Se ha reportado que aquellos que han vuelto a Afganistán han sido golpeados por la policía, arrestados y expulsados de sus hogares. La organización Human Rights Watch (HRW) solicitó esta semana al gobierno paquistaní que deje de presionar a los refugiados para que vuelvan a su país.