Agentes fronterizos de Estados Unidos que patrullan en helicóptero el río Bravo —que marca parte de la frontera con México— descubren un cadáver flotando cerca de un banco lodoso en el lado mexicano. Pronto, aparece otro cuerpo, luego otro más. Un investigador mexicano llega y confirma el macabro hallazgo: los cadáveres de cuatro hombres y una mujer. El siniestro descubrimiento realizado el mes pasado es parte de un aumento en los ahogamientos desde octubre en el Río Bravo, como se llama en México: el Río Grande, como se conoce en Estados Unidos. Los inmigrantes, desesperados por no ser descubiertos en momentos que se incrementó la vigilancia fronteriza, están recurriendo a formas más peligrosas y remotas para cruzar hacia el sur de Texas. La Patrulla Fronteriza ha respondido expandiendo sus equipos de búsqueda y rescate para que vigilen el área, en particular los canales de irrigación taponados por maleza donde son hallados muchos de los cuerpos. "Los canales y áreas del río que ellos tratan de atravesar, casi nunca lo hacían antes", dijo Raul L. Ortiz, subinspector del sector Rio Grande Valley, en Texas. Abarcando unos 514 kilómetros de río (320 millas), su sector ya ha registrado al menos 16 ahogamientos en casi seis meses, casi una tercera parte de ellos en los canales, sólo cinco menos que todas las muertes reportadas de octubre de 2013 a septiembre de 2014, cuando una ola histórica de mujeres y niños estaban cruzando al sur de Texas. Aunque los cruces ilegales han disminuido drásticamente en comparación con el verano pasado, hay más agentes patrullando la frontera para desalentar otra ola de inmigrantes. Muchos de los cadáveres están siendo hallados justo al sureste de Mission, Texas, donde el equipo de buzos de los bomberos ha tenido un invierno atareado. Tan solo en enero y febrero recuperaron al menos seis cadáveres en los canales lodosos. "Solía ser uno por mes", dijo el jefe de bomberos de Mission, Rene Lopez Jr. "Ahora es uno por semana". Algunos canales, de 15 metros (50 pies) de ancho, tienen diques cubiertos de maleza que dificultan trepar y salir. Las aguas aparentemente se ven calmadas, pero las corrientes fluyen a través de ellas y los nadadores frecuentemente quedan atrapados entre la hydrilla —una planta acuática— o la basura, incluso neumáticos y carritos de supermercado. "Se enredan desde abajo y es difícil escapar de eso en el agua negra", dijo el capitán Joel Dominguez, parte del equipo de rescate. "Y es frecuente que estén aterrorizados, huyendo de los agentes". Para ayudar, la Patrulla Fronteriza ha transferido a ocho integrantes de una unidad elite de rescate de El Paso a Rio Grande Valley, para tener ahí un total de 30 agentes. Todos están entrenados en rescate en aguas rápidas, medicina de emergencia, rastreo y buceo. Sin embargo, los expertos opinan que los recursos adicionales sólo pueden hacer cuando mucho prevenir muertes en el Río Bravo. "No es como morir lentamente en el desierto o en las llanuras en el sur de Texas", dice Nestor Rodriguez, profesor de sociología de la Universidad de Texas en Austin y quien publicó un estudio que encontró que el ahogamiento es la causa de muerte más común entre los inmigrantes. "Un ahogamiento ocurre en uno o dos minutos y es mucho más difícil salvar a alguien".