La Limosnería Apostólica, la oficina del Vaticano que realiza obras de caridad a nombre y por cuenta del Papa, destinó a ellas aproximadamente un millón 700 mil dólares (1.5 millones de euros) durante el 2014. Diego Ravelli, subdirector de ese organismo, reveló que esa cifra creció un 35 por ciento con respecto al año anterior, mientras en 2015, sólo en el mes de marzo, la cifra utilizada fue de más de 300 mil dólares (unos 285 mil euros). “La tarea principal de la Limosnería Apostólica es la de ejercitar la caridad cotidiana, hecha con discreción, casi silenciosa, hacia todos aquellos que tienden la mano al Papa para recibir ayuda”, dijo. Reveló que, cada día, esa oficina recibe una “enorme cantidad” de cartas de personas o familias, a menudo dirigidas al Papa, las cuales, en su necesidad, piden ayuda. La mayor parte de las solicitudes llegan de Italia, en especial de Roma. Según el clérigo, las solicitudes manifiestan un “doloroso y creciente” panorama de “enormes miserias” materiales y morales, de situaciones de “extrema necesidad” causadas sobre todo por el aumento de la desocupación y de la pérdida del trabajo o por el relevante fenómeno de la inmigración. Precisó que si bien se logra dar respuesta concreta a todos los que la solicitan, (ocho mil en lo que va del año), los apoyos son de entidad modesta, según la disponibilidad, justamente porque se quiere llegar al mayor número de personas. “Ciertamente se trata de subsidios muchas veces inferiores a las necesidades indicadas y a las expectativas de los solicitantes y que no pueden resolver las difíciles situaciones descritas, no obstante las cartas y llamadas de agradecimiento que recibimos expresan reconocimiento por el don recibido del Papa”, añadió. “Un pequeño gesto de caridad que ha llevado al menos un cierto alivio y ha sido acogido como un signo de concreta cercanía del Papa a las personas que sufren a causa de la pobreza y la indigencia”, ponderó. Afirmó que los principales beneficiados de esta labor son personas sin techo, nómadas, refugiados políticos, presos, estudiantes extranjeros universitarios, enfermos internados en hospitales, ancianos, madres solteras, niños huérfanos o abandonados. Explicó que los recursos usados los obtienen de un “fondo de caridad”, al cual pueden acceder sin ningún tipo de filtro y que administran directamente “con total transparencia”. Este se llena principalmente gracias a la venta de los pergaminos que contienen las bendiciones papales y que se puede adquirir en el mismo Vaticano, también gracias a las donaciones de fieles o las actividades de recaudación de fondos. Además, cada semana, les llega a la oficina un sobre con la sigla “F” en la parte superior. Se trata siempre de un envío del Papa que junta en él los recursos que numerosos feligreses le donan durante las audiencias públicas o en otras ocasiones.