México y en especial la UNAM, cuentan con laboratorios de bioseguridad, especializados en el manejo de microorganismos patógenos y potencialmente en esa condición, a los cuales ubica en los niveles 1, 2, 3 y 4, de acuerdo con los microorganismos infecciosos con los que se trabaje. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó a los agentes causantes de enfermedades y sus toxinas en cuatro grupos de riesgo según su capacidad patogénica, virulencia y toxigenicidad, modo de transmisión y gravedad de la enfermedad que originan. En el grupo de riesgo 3 están incluidos algunos virus, como el del Valle del Rift, el de la encefalitis equina venezolana y el de la inmunodeficiencia humana (VIH); también bacilos, como el causante del ántrax (Bacillus anthracis), y algunas bacterias, comoMycobacterium tuberculosis. Una de las características del grupo es su alta transmisibilidad, ya que pueden provocar enfermedades graves en humanos y en animales, aunque el riesgo de contagio entre personas es bajo. “Es importante mencionar que se debe contar con medicamentos y vacunas contra los clasificados dentro de este grupo. Si no fuera así, entonces hablaríamos del grupo de riesgo 4, al que pertenecen virus como el ébola, para el cual el tratamiento y vacuna están a nivel experimental”, dijo Clara Inés Espitia Pinzón, responsable académica de la Unidad de Bioseguridad (BSL-3) y jefa del Departamento de Inmunología del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm). “En nuestro laboratorio nivel 3 trabajamos casi exclusivamente con M. tuberculosis –causante de la tuberculosis humana– una de cuyas características es que se trasmite por el aire en forma de aerosoles, es decir, cuando las personas infectadas estornudan o tosen y, por lo tanto, es muy contagiosa”, señaló. “Esto también puede ocurrir mientras se manipulan las bacterias en el laboratorio. Por ejemplo, al abrir un cultivo de microorganismos, si no se sigue el protocolo adecuado, se podrían liberar aerosoles al ambiente”, indicó. Estos espacios están planeados para cumplir con dos preceptos básicos: la bioseguridad y la biocustodia. La primera está conformada con todas las medidas encaminadas a proteger a las personas que trabajan con los patógenos, al personal de una institución, a la comunidad y al medio ambiente, lo que implica el adecuado diseño del laboratorio, el entrenamiento del personal, el seguimiento de los protocolos para manejar los microorganismos y el equipo de protección personal.