Exhiben 19 obras de Mizángelo en el Museo del Estado

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Mientras trabajaba en un estacionamiento, el joven Miguel Zamora Ángeles llenaba hojas en blanco con dibujos, hasta que uno de los clientes le preguntó al veinteañero si quería trabajar en su taller de escultura; cuarentaicinco años más tarde y cientos de pinturas después; el artista, ahora conocido como Mizángelo, nos ofrece una retrospectiva de su trabajo, que incluye tanto las imágenes que recoge de la ciudad, como los pensamientos y emociones del creador que cobran forma gracias a la pintura y el pincel, y no retratan lo que sus ojos ven, sino lo que provocan las mujeres, las tradiciones y la historia en la mente del autor.

Como parte de los festejos por el 29 aniversario del Museo del Estado, 19 obras del pintor moreliano se exhiben en el corredor principal; una colección que nos invita a disfrutar de la cultura de la región, la historia de una nación y la evolución de un artista: Mizángelo.

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“Mi primer encuentro con el arte fue en un taller de un escultor religioso que se llamaba Gregorio Urueta en 1967, él vio mis dibujos y me dijo que lo hacía bien y que necesitaba un ayudante en su taller y me invitó a ir, cuando fui me quedé impresionado, vi manos y cabezas, figuras religiosas completas”, relata.

Así es que al terminar la secundaria decidió no continuar sus estudios para dedicarse de tiempo completo al taller.

A su maestro no le gustó la idea, porque pensó que los padres del joven le echarían la culpa del abandono de la escuela, por lo que prefirió quitarle el trabajo, pero Miguel Zamora estaba decidido, había encontrado lo que quería hacer el resto de su vida.

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“Por medio de mi padre, que era carpintero, conocí a una persona que hacía marcos y él me presentó a un pintor, Guillermo Sánchez, en 1971; tres años después él ya delegaba en mí responsabilidades, trabajé con él en una obra que se le encargó para el Congreso del estado, se pintó una galería de gobernadores, yo trabajé fondos, ropajes y algunas formas de rostros. También le encargaron un retrato de Morelos, a mí me tocó pintar la parte posterior del cuadro, la mesa, la silla, la cortina, el librero, el maestro terminó las manos y el rostro”, por lo que se puede considerar una obra de taller.

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