Aunque las personas atractivas tienden a entablar relaciones románticas con otras que también lo son, lo cierto es cuando la gente llega a conocerse bien antes de un noviazgo es habitual ver disparidad en las cualidades físicas de una pareja. Especialistas estadounidenses analizaron el llamado “emparejamiento selectivo”, por el cual las personas seleccionan a otras con características físicas, conductuales y psicológicas similares a las propias, y concluyeron que esa tendencia tiene excepciones predecibles. Según los expertos, el atractivo físico es el punto de coincidencia en parejas que inician una relación romántica poco después de la primera cita, sin embargo les intrigaba el por qué algunas personas atrayentes se relacionan con otras menos agraciadas (físicamente). Un ejemplo de esto es “La Bella y la Bestia”, un cuento intemporal que quizá es irreal pero similar a la vida cotidiana, en el cual una chica encantadora se encuentra con un tipo con características desagradables, sin que surja “amor a primera vista”. De hecho, la Bella lo ve con repulsión pero con el tiempo ella descubre su naturaleza cálida y su corazón noble, y finalmente la historia cumple con su final de cuento de hadas: se enamora de la Bestia a pesar de su apariencia. En su estudio, publicado en la revista Scientific American, los especialistas indican que el emparejamiento selectivo es una conclusión sólida pues los individuos compiten entre sí por compañeros más atractivos y en general “ganan” los que son guapos(as). En este fenómeno, las personas moderadamente atractivas se emparejan con otras similares y así sucesivamente, indica Lucy Hunt, del Departamento de Desarrollo Humano y Ciencia de la Familia de la Universidad de Texas, y autora principal de la investigación. Sin embargo, los patrones de emparejamiento selectivo pueden atenuarse con el tiempo en que dos personas pasan juntas debido a factores objetivos y subjetivos. El componente objetivo procede exclusivamente de las características físicas de un individuo (por ejemplo, los ojos, la sonrisa) y este factor muestra mayor consenso cuando una persona se encuentra entre extraños, ya que impulsa -inicialmente- la atracción física. El componente subjetivo, por el contrario, se deriva de las características que se revelan a través del tiempo y que pueden hacer mucho más atractiva a una persona, como el sentido del humor, la creatividad, la lealtad y su carácter moral. A través del tiempo, conforme la gente se conoce mejor, las personas confían menos en lo objetivo y más en lo subjetivo, por lo tanto un individuo que es objetivamente menos atractivo puede llegar a ser subjetivamente más atrayente. Hunt y sus colegas llegaron a esta conclusión después de estudiar a 167 parejas heterosexuales que estuvieron involucrados en relaciones de largo plazo, de las cuales 100 estaban casadas y 67 eran novios. Las parejas fueron cuestionadas -primero ambos juntos y luego cada uno por separado- acerca de sus relaciones, incluyendo el tiempo que se conocieron antes de comenzar a salir y si habían sido amigos antes, así como de su calificación sobre el físico de su compañero. Los especialistas compararon y analizaron los datos y encontraron que las parejas que se conocieron bien por un tiempo prolongado -al menos varios meses- antes de comenzar su relación sentimental, eran más dispares en sus características físicas. Sugieren sin embargo que puede darse el caso de que la apariencia física sea menos importante para algunas personas y que éstas opten por esperar para cultivar una relación hasta que conozcan bien a alguien. Por otro lado, también es posible que la apariencia física es importante para todas las personas pero que la percepción de las características cambie con el tiempo. “Pero independientemente del mecanismo, es menos probable que sea un emparejamiento objetivo si usted conoce a su pareja mucho antes de enamorarse”, concluyen.