Si bien es cierto que a las mujeres les encantan los detalles y los hombres románticos, muchos de ellos se siguen equivocando con ciertos presentes que, a pesar de ser lindos, seguramente no estuvieron bien planeados. *Molestar: La técnica que funcionó en la primaria de “molestar a la chica que te gusta” no es ni la más romántica ni la más agradable. Sabemos que las comedias románticas de hoy en día demuestran que sigue funcionando, pero acá entre nos, nos hace pensar que el chico es algo inmaduro. *Flores: ¿A qué mujer no le gustan las flores? Obvio es un detalle romántico y lindo, pero también se tiene que considerar el lugar y la forma en que se tiene pretendido entregar tal detalle. Mientras que es un bonito regalo, darle un ramo de flores a una mujer tímida en medio de su oficina no es la mejor idea. *Vacaciones sorpresa: Tomarse unas vacaciones románticas siempre será una buena idea… a menos que no sepas de antemano que vas a tomarte unas vacaciones. Si ambos trabajan y tienen una agenda propia, ¿por qué caerle de sorpresa con un viaje que no tenía planeado en lo absoluto? *Pelearse con alguien por ti: ¿Te gustaría ver a tu novio pelearse con otro hombre por ti? La idea suena romántica: el príncipe azul defendiendo a su damisela, pero, ¿no suena algo agresivo? ¿Cómo te vas a quitar de la mente esa imagen de tu galán dándose de golpes con alguien más? *Visitas sorpresa: La espontaneidad y el romance suenan atractivos pero, ¿y si estás en las peores fachas? O peor aún, ¿si estás súper cansada y relajándote por fin en tu cama? Definitivamente suena romántico… pero es algo muy de película. *Una cita con sus amigos: ¿Te caen bien sus amigos? Idealmente sí, pero eso no quiere decir que los quieras presentes ¡en una cita! Para ellos es romántico pensar en pasarla súper bien contigo y sus amigos, pero para nosotras hay momentos más lindos y llenos de romance que esos. *Chocolates: ¿Existe una mujer que no ame el chocolate? Claro que no, pero eso no quiere decir que podamos comerlo todo el tiempo, después de todo, es el primer culpable de esas lonjitas y kilitos de más.