La tendencia por los llamados productos orgánicos no es solo un estilo de vida, una moda o postura política, es también un nicho de negocios creciente para los pequeños productores y empresarios en ciernes, así como una forma de incentivar las economías locales. “Una puede cambiar a México desde su refrigerador, comprando productos locales”, afirmó Leticia Benítez, una de las organizadoras del tianguis “Dos bazares y un camino” que se celebra los días 29 y 30 de agosto en el Parque Naucalli, en Naucalpan, Estado de México. Participaron más de 100 pequeños productores de vegetales, carnes, conservas, quesos, especias, así como de artículos esotéricos. El acto se llama así porque juntó a dos organizaciones de vendedores itinerantes: el Bazar de la Buena Vibra que se especializa en productos esotéricos y para meditación, así como el Bonito Tianguis, dedicado principalmente a alimentos, explicó Benítez. Hay productores de Puebla, Morelos, Querétaro y Oaxaca, pero la mayoría son de la zona metropolitana, que buscan expandir su mercado en el norte de la ciudad a colonias como Lindavista y Clavería, así como en Ciudad Satélite, pues actualmente está concentrado en zonas del centro del Distrito Federal como las colonias Roma o Condesa. Licores de anís, pan que no lleva leche, huevo ni cualquier otro ingrediente de origen animal, carne de conejo producida en granjas pequeñas de la delegación Tlalpan, chocolates o sales de mesa, marcas nuevas impulsadas por muchos jóvenes o les dan empleo. David Martínez estudió Filosofía en Veracruz, pero prefirió dedicarse a un negocio. Ahora vive en la ciudad de México y vende sal especiada para cocinar. Se le ocurrió la idea viajando; compra la sal a productores de varios estados que la extraen artesanalmente. Dice que en México hay aproximadamente sales de 30 tipos y que aún se conservan métodos prehispánicos de extracción. Las otras materias primas también las compra a productores nacionales, sus sales ya se exportan y la empresa ha crecido ya a 20 personas. A unos cuantos metros de David está el puesto de Johana Vega, también tiene una marca de sales especiadas que compra a productores artesanales, principalmente de Colima. Asegura que consumir este tipo de sal es más sano y que hay un mercado creciente. Diana Linares es médica veterinaria, trabajó un tiempo en granjas lecheras; su padre siempre había criado conejos en el patio de su casa para autoconsumo y se les ocurrió hacer ese criadero de traspatio, una granja en forma. Venden la carne a restaurantes y tiene su propia marca de embutidos. Reconoce que el jamón de conejo, por ejemplo, no puede competir en precio con el jamón de cerdo pero sí con el jamón de pavo, que es consumido por personas que buscan una alternativas más saludables. Daniela González también vende carne de conejo y la produce con su familia en una granja en Tlalpan, con apoyos federales y locales. “Lo más difícil para empezar un negocio es plasmar la idea en papel”, dice, pero también recomienda capacitarse en contabilidad y buscar asesorías. A su vez Magdalena González, residente de Satélite, está muy satisfecha con el tianguis; “me gustaría que hubiera un tianguis fijo de esos productos en la zona”. Se queja de que en los centros comerciales hay poca variedad de productos orgánicos y vegetarianos, además que son muy caros. Ella está en proceso de ser vegetariana. Ivette, vecina de Atizapán, también quiere eliminar de su dieta todo producto animal, por cuestiones de salud dejó de comer carnes rojas, ahora solo come carne de pescado, afirma que también ha dejado la leche. “Estoy en proceso de ser vegana. Me hubiera gustado encontrar más cosas en el tianguis sobre ese tema, y en realidad hay muy poco” aunque reconoce que es interesante para quienes deseen llevar un estilo de vida más saludable.