En las últimas décadas, la incidencia de suicidio presenta un incremento constante entre jóvenes de 15 a 29 años, y su consumación constituye la segunda causa de muerte violenta en esa población, tanto en México como en el orbe, afirmó la especialista Paulina Arenas Landgrave. En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se conmemora este 10 de septiembre, la académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que esa acción constituye un serio problema de salud pública a nivel global. Recordó que datos de la Organización Mundial de la Salud revelan que cada año se suicidan un millón de personas en el mundo y por cada una de ellas se cometen muchos intentos de quitarse la vida con repercusiones para el individuo, la familia y el entorno donde se desenvuelve. Este problema es multicausal y complejo, en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales, los cuales se manifiestan por comportamientos que van desde la ideación en sus diferentes expresiones; las amenazas, los gestos e intentos, hasta el suicidio, que deben tomarse como signos de riesgo. La académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, señaló que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2011 los estados de México, Jalisco, Guanajuato y el Distrito Federal, fueron las entidades con mayor prevalencia de suicidios. Los principales métodos más usados para cometer ese acto fueron el ahorcamiento y el estrangulamiento o sofocación, se comete en sus viviendas y se da con mayor prevalencia entre los varones, “aunque ellas lo intentan más”. La tendencia podría incrementarse en los adolescentes si dentro de la familia existen historias previas de suicidio. “Es un factor asociado importante, que se añade a problemas con la familia o en la escuela, depresión, consumo de alcohol o sustancias tóxicas, desesperanza, malestar y pérdida de interés en actividades que solían disfrutarse”. En un comunicado explicó que la adolescencia es una etapa vulnerable, en la que se presentan cambios emocionales, físicos, sexuales y sociales, en la que se experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión y presión para lograr el éxito, por lo que para algunos el suicidio es una aparente solución. En ese sentido, recomendó identificar factores de riesgo como sentimientos de tristeza profunda, aislamiento, desapego hacia personas o actividades importantes, expresión de cualquier sentimiento o deseo de muerte, así como alteraciones bruscas en el estado de ánimo, del ciclo de sueño o del apetito. Arenas Landgrave destacó la importancia de acercarse con especialistas para recibir desde información preventiva que se puede obtener en las líneas telefónicas o en instituciones de salud pública hasta atención y tratamientos especializados.