Construir edificios es una responsabilidad social en la que se deben considerar las experiencias aprendidas de los terremotos que afectaron al país hace 30 años, a fin de garantizar la seguridad de los habitantes de la ciudad. Así lo consideraron especialistas de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al participar en el taller de verano “Irrupción en el paisaje” que organizó la Unidad Académica de Arquitectura del Paisaje. En el encuentro, el secretario general de esa facultad, Honorato Carrasco Mahr, explicó que ese suceso “quedó en la memoria y dejó cicatrices tremendas”, pero significó también otra forma de rehacer la ciudad y generar nuevas técnicas para la configuración de estructuras. En su oportunidad, la coordinadora de la Unidad Académica de Arquitectura del Paisaje (UAAP), Michelle Meza Paredes, mencionó que este fue un evento que no sólo sacudió al Distrito Federal, sino al país, y trajo dolor. “A 30 años de distancia, con este taller buscamos reflexionar como constructores por qué estamos involucrados en los entornos habitables. Además, como diseñadores urbanos tenemos el compromiso de saber la historia de dónde estamos parados”, subrayó. Óscar Guevara Martínez, miembro de la Brigada de Rescate Topos Tlatelolco, recordó a su vez que los primeros lineamientos de protección civil surgieron con el Tratado de Ginebra en 1949, para proteger vidas, bienes y el ambiente. En este aspecto, el jefe de Servicios Médicos de esa agrupación aseveró que el arquitecto debe visualizar los efectos sísmicos en una estructura. “En nuestra labor como topos nos toca inspeccionar la seguridad de los edificios. En todos los casos hacemos recomendaciones como colocar cinta antiderrapante en cada escalón o instalar extintores”, comentó el especialista. El director de la edificación además tiene la responsabilidad de observar estas indicaciones, aunque a veces por ahorrar presupuesto las soslayan, expuso.
La Voz de Michoacán
