Notimex/La Voz de Mihoacán Ciudad del Vaticano. El Papa Francisco defendió el derecho de la sociedad a no ser sumergida por la “retórica del miedo y del odio”, por eso criticó las “frases hechas de los populismos” y advirtió que la guerra "siempre es una masacre inútil". En un encuentro con estudiantes y representantes del mundo académico, durante una visita apostólica relámpago a las ciudades italianas de Cesena y Bolonia, el pontífice advirtió que, en la actualidad, “muchos experimentan el aire denso del abandono y de la soledad”. Por eso, invocó el “derecho a la esperanza”, que –explicó- es el derecho “a no ser invadidos cotidianamente por la retórica del odio”, a “no ser sumergidos por las frases hechas de los populismos” y “por la extensión inquietante de las falsas noticias”. Además, llamó a poner un “límite razonable” a la crónica negra, para permitir que surja la voz de la “crónica blanca”. Esto porque los jóvenes, insistió, tienen derecho a crecer libres del miedo en el futuro, de saber que existen realidades bellas por las cuales que vale la pena ponerse en juego. “Es el derecho a creer que el amor verdadero no es ese ‘usa y tira’, y que el trabajo no es un espejismo que alcanzar, sino una promesa para cada uno, que debe ser mantenida”, estableció, en la Plaza Santo Domingo de Bolonia. Instó a alejarse de las “razones de la guerra” porque la historia enseña que la guerra “es siempre y solamente una masacre inútil”, por eso animó a todos a repudiar el conflicto, emprendiendo vías de no violencia y recorridos de justicia que favorezcan la paz. En un encuentro con refugiados y voluntarios en un “Hub” de la región italiana de Emilia Romania, un centro de solicitantes de asilo en Bolonia, exigió visión, inteligencia y determinación para acoger a los migrantes, evitando las distorsiones y explotaciones que “son inaceptables”. Sobre un palco improvisado, tomó la palabra y dirigiéndose a los migrantes exclamó: “Muchos no les conocen y tienen miedo. Este hace que se sientan con el derecho de juzgar y poder hacerlo con dureza y frialdad, creyendo incluso que ven bien. Pero no es así”. Advirtió que sólo desde la cercanía que da la misericordia el otro deja de ser un extraño, incluso un enemigo, y se puede convertir en prójimo. Constató que, desde lejos, se puede decir y pensar cualquier cosa, como cuando se escriben frases terribles e insultos en internet, pero si se ve al prójimo sin misericordia no se cae en cuenta de su sufrimiento y sus problemas. Más adelante urgió a que un mayor número de países del mundo adopten programas de apoyo privado y comunitario para la acogida y que se abran corredores humanitarios para los refugiados en situaciones más difíciles, para evitar esperas insoportables y tiempos perdidos que pueden ilusionar. El líder católico inició su gira en la Plaza del Pueblo de Cesena, con un saludo y un discurso en el cual habló de la política, pidiendo que esta no deje al margen a algunas categorías de la sociedad, que no saquee ni contamine los recursos naturales. “La corrupción es la carcoma de la vocación política, no deja que crezca la civilización y el buen político tiene también la propia cruz cuando quiere ser bueno, porque debe dejar muchas veces sus ideas personales para tomar las iniciativas de los demás y armonizarlas, acomunarlas para que se conviertan en el bien común”, indicó. “En este sentido, el buen político siente que es un mártir, digamos, porque deja sus propias ideas y las pone al servicio para dirigirse hacia el bien común”, añadió. Luego, en la catedral de esa ciudad y ante un grupo de clérigos, lamentó que la actual situación socio-económica obstaculiza una buena relación entre padres e hijos quienes, en cambio, “deberían tener tiempo para jugar juntos”. Algo similar afirmó en la Plaza Mayor de Bolonia, frente a la basílica de San Petronio, donde pidió que jamás se pliegue la solidaridad cristiana “a la lógica de las ganancias financieras”. “La situación del desempleo juvenil y la de muchos que han perdido el trabajo y no logran reincorporarse son realidades a las que no podemos acostumbrarnos, tratándolas como si fueran solamente estadísticas”, precisó.