Fundada el 1 de marzo de 1902, con el objetivo de estudiar el Universo y trasmitir el conocimiento científico a toda la población, la Sociedad Astronómica de México (SAM) fue la segunda en constituirse en el mundo. Porfirio Díaz, Francisco I. Madero y José López Portillo, además de personajes de la cultura y la ciencia como Amado Nervo, Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”, Luis Enrique Erro, Justo Sierra y Guillermo Haro, han sido miembros de esta sociedad. El secretario general de la SAM, Enrique Anzures Becerril, resalta que en sus más de 100 años, esta asociación civil resguarda tesoros como el primer planetario en América Latina: un Spitz Planetarium fabricado en 1950; una biblioteca con más de cinco mil libros, y un telescopio que donó Luis Enrique Erro. Además de que imparte cursos de astronomía, así como de meterorítica y cuenta con el único laboratorio de óptica totalmente abierto al público para la construcción de telescopios, destaca en entrevista con Notimex. Todo ello, como un esfuerzo de los integrantes de la Sociedad Astronómica de México, que sin apoyo de las autoridades han reparado los artefactos de observación y el espacio de los tres inmuebles con los que se cuenta: el edificio sede, el planetario “Ingeniero Joaquín Gallo” y el observatorio de “Las Ánimas”. En el edificio Art Decó, construido en 1941 bajo el auspicio de Javier Rojo Gómez, entonces jefe del Departamento del Distrito Federal, nace el 1 de marzo de 1902, la sociedad, como una iniciativa de Luis Gonzaga León Mondragón, para trasmitir el conocimiento científico a toda la población. El primer boletín de la SAM se publicó el 3 de abril de 1902 y las primeras sesiones se efectuaron el primer miércoles de cada mes en la calle de Peredo 11 en el centro de la Ciudad de México y posteriormente, en 1905 se trasladaron a Cocheras, actualmente República de Colombia, donde las reuniones se hacían el segundo y cuarto domingo de cada mes. El especialista -encargado de investigar e integrar las piezas del rompecabezas de la historia de la Sociedad Astronómica de México- comenta que Porfirio Díaz, quien albergó el Positivismo, asistía a las sesiones y designó recursos para conseguir la primera sede de la SAM. Respecto a Francisco I. Madero, Anzures Becerril señala que este presidente que practicó el espiritismo, se hizo miembro de la Sociedad para tomar cursos de astronomía, ya que le interesaban mucho los cometas. Pese a la intensa actividad que esta organización llevó a cabo durante prácticamente una década, los más de tres mil socios que tenía se desvincularon durante la Revolución Mexicana. Luego de esta época, en 1938 la Sociedad Astronómica de México volvió a congregarse y llegó a tener dos mil socios, apunta el también físico. En su opinión, la SAM ha tenido un impacto en el desarrollo de la astronomía del país, pues aunque ya se contaba con el Observatorio Astronómico Nacional, los miembros de la sociedad impulsaron más esta disciplina y contribuyeron a la creación del Observatorio Astrofísico Nacional, primero en Tacubaya, luego en Tonantzintla y finalmente, en San Pedro Mártir. Asegura que gracias a la influencia política de Luis Enrique Erro, quien además de ser el impulsor del Instituto Politécnico Nacional (IPN) fue un apasionado de la astronomía, se construyó e inauguró el 18 de noviembre de 1946 el edificio sede en el parque Álamos en la delegación Benito Juárez, en la capital del país. Además, este científico mexicano donó el gran telescopio reflector de 35 centímetros J.W. Fecker de Pittsburg que se encuentra en el segundo piso del inmueble y es uno de los más grandes de la Ciudad de México. En 1958 se colocó el planetario Spitz Planetarium, que usó con mucha frecuencia Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”, un socio asiduo de la SAM, señala Anzures Becerril, quien detalla que todas las piezas de este artefacto, que funciona al cien por ciento y que integrará próximamente la museografía del edificio sede, son originales. A su vez, Anzures Becerril destaca la riqueza del acervo de libros con los que cuenta la también remodelada biblioteca, pues en ella se encuentra el texto original de los reportes técnicos del tránsito de Venus por el disco del Sol, que hizo una comitiva mexicana encabezada por Francisco Díaz Covarrubias en Yokohama, Japón en 1874. El especialista afirma que aunque se perdieron muchos libros por un diluvio que cayó el 4 de julio de 1924, hay importantes obras astronómicas y científicas entre los más de cinco mil libros en esta biblioteca, que se hizo más grande, luego de que el presidente José López Portillo, quien también fue socio de la SAM, ampliara el edificio sede. Comentó que entre 1980 y 1981 la Sociedad Astronómica de México recibió el Observatorio Astronómico de las Ánimas en Chapa de Mota, Estado de México, el cual está ubicado a tres mil 100 metros sobre el nivel del mar y donde actualmente se llevan a cabo, entre otras actividades, campamentos, como una forma de acercar a la población a la astronomía. Finalmente, el 9 de junio de 1991 se inauguró el planetario “Ingeniero Joaquín Gallo”, que lleva el nombre de quien fue el director del observatorio de Tacubaya de 1915 a 1947 y está ubicado en el Parque de los Venados, al sur de la Ciudad de México y recientemente fue reabierto al público tras su remodelación.