Privilegiados fueron los morelianos que pudieron ingresar ayer al “Hotel Good Luck”, una puesta en escena que además de vivencial, resulta terapéutica. ¿Vive usted con muchos apegos?, quizá la obra le hubiera ayudado, en gran medida, a dejar ir… a veces es necesario (y bueno) saber superar el miedo a desprendernos de las cosas que amamos. Obsesión por la muerte La entrañable puesta en escena está protagonizada por Luis Gerardo Méndez, quien da vida a "Bobby"; también es destacada la participación de Pablo Chemor, quien interpreta a "Larry". La vida de Bobby Good está marcada por la obsesión a la muerte que se dispara aún más cuando su perro pierde la vida. Alejandro Ricaño es el autor de la obra, y como es característico de sus historias, la trama ubica perfectamente al espectador en un “espacio tiempo” muy preciso, en este caso 1975. El protagonista tiene la tarea de contar, una y otra vez la muerte de sus padres, su novia y su perro, todo esto en mundos paralelos, gracias a su capacidad para viajar de dimensión en dimensión. El viaje que cada noche hace a ese extraño sitio lo logra desde su refrigerador y con ayuda de su mejor amigo, Larry Tocino (Pablo Chemor) un psicoanalista y físico cuántico, descubre que en este universo paralelo su perro no está muerto, pero enfrenta la muerte de alguien más cercano a él. La idea es una locura, pero en el montaje escénico, con la destacada actuación de Luis Gerardo, se vuelve muy entendible. Así, el público trata de comprender la locura que el protagonista está experimentando: dormir, soñarse dormido, soñar que está soñando, volver a vivir cada vez que cruza el umbral, la muerte de los suyos…