Luis Sigfrido Gómez Campos No hay plazo que no se llegue, ni deuda que no se pague, dice el refrán, y ya habiendo arrancado el proceso electoral, tocó este fin de semana a varios de y los aspirantes a la presidencia de la república hacer del conocimiento de las autoridades electorales la intención de participar como candidatos independientes. De esta manera y para estar en condiciones de inscribirse en dicho proceso sin ser descalificada, Margarita Zavala, tuvo que separarse del Partido Acción Nacional para reunir los requisitos que exige el máximo órgano electoral en el país y poder contender con la calidad de independiente. El Gobernador de Nuevo León Jaime Rodríguez Calderón, mejor conocido como “El Bronco”, acudió a la Ciudad de México a meter sus papeles y aprovechó para decir ante los reflectores de la prensa ahí reunida que Margarita se separó tarde de su partido, que debió hacerlo antes, para poder aspirar sin problemas a ser candidata independiente, con lo que dejó entrever la posibilidad de una impugnación a las aspiraciones de la ex primera dama. Debemos recordar que ha tiempo que se modificaron las reglas del juego electoral y se pretendió poner un freno a los candidatos que se iban por despecho a buscar otro partido que los acogiera o una alternativa independiente. En fin, parece ser que precisamente para eso se separó Margarita de su partido, para alcanzar los tiempos marcados por la ley y contender sin problema por la grande. Su problema no es ese, su problema es que es esposa de Felipe Calderón, quien fue Presidente de México y quien seguirá estando detrás de la figura de Margarita contaminando su imagen y todo lo que representará durante el proceso electoral. No podemos dejar de advertir que está presente ese fantasma de la necedad de perpetuarse indefinidamente en el poder. ¿Después le seguirán sus hijos? Sería mejor que la familia Calderón asumiera un papel más digno y se retirara de la vida política antes que la sociedad mexicana le cobre las deudas que tiene con ella. Por otra parte, “El bronco” piensa que tiene la capacidad y los arrestos para dirigir este país. Si bien encontró las condiciones propicias para que un personaje folklórico ganara la gubernatura de su estado, entidad donde quizá les agrade esa expresión dicharachera, ranchera y caricaturesca; pero sucede que México no es Nuevo León, vivimos en un país donde la diversidad es rica en sus expresiones y lo menos que estamos necesitando es un tipo que quiere recorrer el país a caballo para tirarnos el rollo de su demagogia; para que nos diga que él es un hombre ranchero, de sombrero, que se identifica con el pueblo. Lo que menos necesita México en estos momentos, es un hombre bronco. Ya tenemos suficiente con el orate de los Estados Unidos. También acudió a realizar sus trámites para contender por la presidencia de México la señora María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, vocera de los zapatistas, indígena que representa una opción totalmente distinta que la del Gobernador de Nuevo León, de los demás candidatos independientes o incluso, de los otros aspirantes de los partidos políticos, los cuales de alguna manera son el prototipo del político tradicional formado dentro de los mismos esquemas. Marichuy, inicia los primeros actos de su participación política navegando contra corriente, además de representar a una de las regiones económicamente más pobres del país, es mujer y es indígena. En este país de concepciones predominantemente machistas, donde los roles que se les asignan a las mujeres, y a las mujeres indígenas en particular, son los del cuidado de los hijos, las labores domésticas y, en algunos casos la ayuda en las labores del campo, pocos ejemplos de liderazgo político podemos encontrar. Solamente en algunos espacios de la insurgencia zapatista, por la influencia de las corrientes de pensamiento más avanzadas, encontramos ejemplos de la mujer guerrillera que se integra a la actividad política a la par de sus compañeros. Pero en este país de misóginos y machistas, poco puede esperar una mujer como Marichuy, que representa a un grupo históricamente marginado. No obstante, su participación nos da la oportunidad de voltear los ojos hacia ese sector que tanto lo necesita. Queda todavía esta semana para que acudan al Instituto Nacional Electoral INE, a manifestar su interés por las candidaturas independientes al más alto cargo político al que puede aspirar un mexicano. Otros ciudadanos ya han manifestado su interés en participar en la contienda. Muchos pueden ser los interesados, pero muy pocos podrán llenar los requisitos que exige la ley para participar. Quizá el requisito más difícil de satisfacer es el de recabar el uno por ciento del listado nominal de votantes. Actualmente tenemos un padrón de un poco más de 85 millones de ciudadanos, por lo que la tarea de cada candidato independiente será recolectar poco más de 850 mil firmas en por lo menos 17 estados de la república. Se dice fácil, pero es una labor verdaderamente difícil, por lo que es muy probable que algunos candidatos no puedan satisfacer este requisito indispensable para contender por la Presidencia de la República.