Los sentimientos de alegría o decaimiento que las personas perciben a fin de año se relacionan con el balance que suelen hacer sobre sus éxitos, fracasos o pérdidas, pero no debe confundirse con depresión o un trastorno afectivo estacional. La coordinadora del Programa Institucional de Tutorías de la Facultad de Psicología de la UNAM, Verónica Alcalá Herrera, explicó que en esta época del año la tristeza se relaciona con cierres de ciclos y esas emociones pueden ser más intensas si las personas son proclives a la depresión. La experta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destacó la importancia de emplear el término depresión de manera correcta, pues en ocasiones se usa de manera indistinta para referirse a un estado de ánimo normal y a la enfermedad que requiere tratamiento psicológico. En un comunicado, señaló que México no se caracteriza porque su población experimente trastorno afectivo estacional (TAE o depresión invernal), el cual se presenta por la disminución de luz solar que, al entrar por el ojo, activa una serie de circuitos comprometidos con ciclos biológicos. El TAE es un trastorno mental que se presenta principalmente en países cercanos a los polos, donde aumenta el nivel de melatonina y se alteran los circuitos comprometidos con el control de las emociones, en donde se observa una disminución de la actividad de la serotonina. En los meses con días más cortos, con menos de ocho horas, las personas se deprimen, pero en verano y primavera, cuando duran alrededor de 15 horas, no presentan esa conducta y esa situación en esas zonas del planeta suele ser recurrente. La explicación fisiológica es que al entrar en la retina, la luz va al hipotálamo (donde se aloja el núcleo supraquiasmático, un reloj endógeno) y desencadena la producción melatonínica nocturna. La especialista en psicobiología refirió que hay países donde en esas dos estaciones aportan poca luminosidad ya que amanece a las 8:00 horas y anochece a las 16:00 horas. “Aunque sea un periodo diurno, el cerebro genera melatonina y provoca sueño y ganas de descansar, además, echa a andar una serie de circuitos que disminuyen los niveles de serotonina, sustancia asociada al procesamiento del afecto en la depresión”, explicó. Alcalá Herrera indicó que no todas las personas son sensibles a esta condición de ausencia solar, y el TAE se puede manifestar entre el uno y el 10 por ciento de la población a nivel mundial. “Su presencia no es tan importante ni frecuente como la depresión, la enfermedad mental de mayor incidencia y a la que debe prestársele atención por sus repercusiones a nivel social, personal y laboral”, puntualizó. En ese sentido, insistió en la necesidad de diferenciar la depresión de la tristeza para que se brinde la atención adecuada en cada caso. El trastorno depresivo perjudica las esferas personales, laborales, sociales y cognitivas a tal grado que los afectados dejan de ser funcionales. Quienes padecen depresión tienen síntomas severos de cansancio, sensación de abandono, no disfrutan, sienten que no valen nada, se aíslan, no quieren hacer sus labores diarias, presentar alteraciones del sueño y bajan o suben de peso, lo que los incapacita para llevar una vida adecuada en lo colectivo. “Esto no es lo mismo que una tristeza de final del año, asociada a cierres de ciclos. Si los individuos tienen tendencia a no solucionar sus dificultades o a dar por finalizadas determinadas etapas se sentirán con ánimo bajo en diciembre”, destacó. Para tratar el TAE, se recurre a la fototerapia, que consiste en poner lámparas y simular iluminación natural por periodos de 20 a 45 minutos, pero si sólo es abatimiento se debe contar con estrategias para afrontar las situaciones cotidianas. No es recomendable negar los obstáculos, evadirlos, enojarse, decaerse, no hacer nada o pensar que todo se solucionará por sí mismo. “Hay alternativas más productivas como pedir ayuda, tener una actitud positiva, angustiarse menos, ocuparse más y trabajar en la autoestima; es decir, podemos aprender a manejar nuestros problemas”, finalizó.