El Universal/La Voz de Michoacán La Procuraduría General de Justicia (PGJ) capitalina temen un recrudecimiento de la violencia, sobre todo de ejecuciones en la zona de Tepito y sus alrededores, a raíz de la ejecución de Pancho Cayagua, líder fundador del Cártel de La Unión, asesinado el miércoles pasado en el estacionamiento de una plaza comercial en la delegación Gustavo A. Madero. Agentes de la Policía de Investigación (PDI) han enfocado sus trabajos en localizar a Roberto Moyado Esparza, El Betito, principal rival de Pancho Cayagua y uno de los sospechosos de orquestar el asesinato donde participaron por lo menos siete sicarios. De El Betito sólo saben que se oculta en colonias de la delegación Gustavo A. Madero. Reportes de inteligencia de la PGJ local detallan que durante los cinco meses que Francisco Javier Hernández Gómez, Pancho Cayagua, estuvo en prisión sirvió de informante a las autoridades federales, hizo tratos con elementos de la Procuraduría General de la República (PGR), donde detalló el corredor del tráfico de drogas de El Betito, y los puntos de venta que más le generan ganancias. Proporcionó los nombres de sus principales operadores y cómo El Betito fue delegando responsabilidades y “sectorizó” el crimen en Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Azcapotzalco, Miguel Hidalgo y Gustavo A. Madero. Reveló también las “alianzas” que formó con comandantes de la procuraduría capitalina. Cayagua entregó fotografías de los principales sicarios de El Betito, así como audios de conversaciones con quien presuntamente es personal de la procuraduría local. Huyen a Ecatepec. Después de asesinar a tiros a Pancho Cayagua, los cuatro homicidas que iban a bordo de dos motocicletas huyeron hacia el municipio de Ecatepec. Las cámaras de seguridad de la ciudad los captaron en diferentes momentos hasta que los vieron ingresar a la Avenida Central, ya en territorio mexiquense. Según la investigación, Cayagua salió de su casa en la calle Arequipa, colonia Lindavista, tras recibir una llamada. Su esposa declaró que ella se ofreció a acompañarlo, pero él le dijo que no tardaría. Lo citaron en un restaurante ubicado en la plaza comercial. La mujer negó que su marido se dedicara a actividades criminales. Aseguró que vendía gorras en la calle Argentina, en la colonia Centro.