Artistas, promotores culturales, activistas sociales, defensores del patrimonio e integrantes de la comunidad universitaria realizaron un mitin en el Espacio Escultórico de la UNAM. La finalidad es defender esa obra de Art Land y exigir a las autoridades de esa casa de estudios la reubicación del edificio H, recientemente construido en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, o que retiren cuatro pisos, pues los inconformes consideran que esa altura causa un efecto desastroso en el paisaje del complejo artístico. Los organizadores –encabezados por los artistas Pedro Reyes y Rafael Lozano-Hemmer, así como la creadora escénica Jesusa Rodríguez y la crítica teatral Luz Emilia Aguilar Zinser– calcularon que esas obras implicarían un gasto máximo de 30 millones de pesos para la UNAM. Cantidad mínima, aseguraron, si se toma en cuenta el daño que causa el inmueble y el cual, de mantenerse, sentaría un precedente negativo para esa institución de educación superior en la defensa de los patrimonios cultural, artístico, histórico y ecológico. Informaron que las autoridades universitarias han respondido con propuestas absurdas para dar solución al asunto, como sembrar árboles en torno del espacio escultórico o tapizar con espejos la edificación. Ante ello, reiteraron de manera insistente que no darán marcha atrás en su exigencia de recuperar el paisaje de ese lugar, no sin antes aclarar que de ninguna manera se oponen a la necesidad de la institución de ampliar su oferta académica e infraestructura. Lo que resulta un aberrante descuido, dijeron, fue emplazar ese edificio en uno de los puntos más atractivos del Espacio Escultórico, la parte oriente, pues desde ahí se observan los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. En las intervenciones –entre las cuales se leyó el texto de Elena Poniatowska reproducido en estas páginas– se puso de manifiesto la importancia de ese complejo escultórico, realizado a mediados de los años 70 del siglo pasado por Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz, Federico Silva, Hersúa y Sebastián, e inaugurado en 1979. Se le ubica no sólo como una de las obras más importantes de Land Art en el mundo y, junto con las Torres de Satélite, la escultura más importante del país, sino también como lugar de confluencia y reunión social, así como escenario en épocas pasadas de diversas actividades y expresiones artísticas escénicas y visuales. Con información de La Jornada.