Lázaro Cárdenas, Michoacán.- A él se le puede encontrar en diversos puntos de la ciudad pidiendo limosna, no importa la hora. puede la ciudad estar “abrazada” por el Sol de mediodía y él estará allí, en medio de la calle sosteniendo un bote blanco en su maltrecha mano. Su discapacidad no le permite hablar mucho, y pro eso al preguntarle su nombre sólo balbucea algo parecido a “José”.Lo que si se entiende es el motivo por el cual, aun sufriendo esa discapacidad que lo limita tan visiblemente, tiene que salir a trabajar. “Tengo que comer”, dice con mucho esfuerzo, en lo que se aleja de los autos que pasan junto él, como si nada, como si no existiera. “José” es un primer recuerdo al llegar a las playas, él es de lo primero que ve. Y como no hacerlo si en su búsqueda por el sustento se coloca justo en una de las curvas del estrecho camino que conducen al lugar. Lo primero que se puede ver fue a un discapacitado sentado en una oxidada silla en medio de la calle, encima del asfalto, ese que humeaba al encontrarnos a unos 42 grados centígrados. Para más información consulta la edición impresa de La Voz de Michoacán de 8 de marzo de 2016.