Angélica Ayala/La Voz de Michoacán Pátzcuaro, Michoacán. El olor al azúcar se hace perceptibles en el portal Hidalgo, del pueblo mágico de Pátzcuaro, ahí, a un costado de la plaza principal están la variedad de calaveritas de azúcar y chocolate, de los alfeñiques y del dulce del tejocote. El sabor de Noche de Ánimas, está en cada una de las de las figuras que venden en los puestos que instalan con vistosos manteles bordados con punto de cruz y que van a parar a los altares en honor de los fieles difuntos. El recorrido por el portal es delicioso, todas las figuras, aunque parecidas, no son iguales, un puesto tras otro ofrece esas figuras que con sus colores llamativos les puede escribir el nombre de la persona ya difunta o viva, tal parece que cada calavera de azúcar le pertenece a alguien, ya sea para regalar o para colocar en la ofrenda que se ofrece a las almas cada año para que regresen a la vida y se carguen de lo necesario para seguir con su camino. Las calaveritas de azúcar son una tradición que Pátzcuaro adoptó hace poco más de 45 años. Aunque a finales del siglo 19 las familias de la ciudad elaboraban dulces para esta temporada de Noche de Ánimas como el de calabaza o membrillo, fueron las madres Dominicas quienes realizaban los alfeñiques en miniatura, que es la azúcar glas con figuras que representan platillos típicos de la región. Los datos históricos que hace un par de años, dio a conocer el cronista de la ciudad, Enrique Soto, es que las madres Dominicas iniciaron con esta tradición, después se fueron sumando más personas pero que elaboran la calavera de azúcar, las madres realizaban con el azúcar glas los alfeñiques, las miniaturas de los platillos como las enchiladas, donde las rajas de la cebolla, el jitomate y la lechuga se distinguían muy bien, eran consideradas unas verdaderas obras de arte. Los alfeñiques, dijo, eran de los más solicitados incluso había piezas de colección, asimismo las mongas que son las que cambian y elaboran el ropaje de la Virgen de La Salud, fueron las primeras que tenían su puesto vendiendo los alfeñiques y las figuras de azúcar, “que eran diseñadas con colores muy bonitos, pero también con mucha finura, incluso se decía que las figuras se lijaban para que la pieza quedará más bonita”. Para más información checa nuestra edición impresa del 25 de octubre.