Ciudad de México.- El pintor y diseñador ruso Léon Bakst fue un creador y visionario que supo engalanar la escena a partir de sus diseños y exóticos vestuarios, los cuales, aseguran los conocedores, nacieron para revolucionar el arte. De acuerdo con la crítica especializada que siguió con avidez su desarrollo artístico, “sus trajes eran diseñados para mostrar una nueva manera de sentir la danza, la música y la expresión del artista dentro y fuera de la escena”. Datos de la Enciclopedia Británica señalan que Lev Samoylovich Rosenberg, por su nombre de pila, nació el 10 de mayo en Grodno, Rusia, hace 150 años que se cumplirán este martes. Cuentan que desde pequeño el diseñador se sintió atraído por las artes y desde los 16 años de edad intentó ingresar a la Academia de las Artes de San Petersburgo, lo cual consiguió al año siguiente. Una vez dentro de la institución se convirtió en amigo del pintor Valentin Serov (1865-1911), con quien compartía ideales y mantuvo una amistad duradera. En el marco de un concurso escolar de una “Pietà”, diseñó y mostró a la figura bíblica de María con los ojos enrojecidos y a los 12 discípulos como judíos empobrecidos, tal creación escandalizó a las autoridades de la escuela logrando su expulsión. En 1890 trabajó como ilustrador para revistas y libros para niños, época en la que conoció al pintor Alexandre Benois (1870-1960), quien lo introdujo al grupo artístico “Nevski pickwickianos”. Una vez dentro de dicho grupo, estableció una amistad con el bailarín Serguéi Diáguilev (1872-1929), con quien creó el grupo artístico “Mundo del arte” y la revista del mismo nombre (1898-1904). El objetivo del grupo era difundir a la sociedad rusa las tendencias y problemas de arte en aquella época, mediante artículos, conferencias y exposiciones. Entre 1893 a 1896, vivió en París y continuó con sus estudios en arte en la Académie Julian, junto al escultor Jean-Léon Gérôme (1824-1904). Su gusto por incursionar en las producciones artísticas, inició gracias a la influencia del empresario Savva Mamontov (1841-1918). A partir de la década de 1900, inició en el diseño de escenografía en el Teatro Hermitage y seis años después inauguró su exposición itinerante de arte ruso. Según sus biógrafos, la personalidad de Bakst estaba totalmente reflejada en sus trabajos, ya que él era extravagante, con un gusto por las cosas bellas, creando atuendos con colores llamativos, brillantes y explosivos. Para 1909 regresó a París, contratado por Diáguilev para trabajar de lleno en las producciones escenográficas y diseños de vestuario del Ballet Ruso, así como en algunas óperas. El trabajo que lo posicionó en el panorama del diseño contemporáneo fue su participación en el vestuario y escenografía de la puesta en escena “Cleopatra, Une Nuit d'Egypte”, en 1909. El auge de su carrera fue de 1909 a 1914 debido a sus trabajos con los ballets rusos, lo cual influyó en la moda y diseño de interiores en aquella época. Las escenografías que más destacaron fueron: “Sheherazade” (1910), “El espectro de la rosa” (1911), “Dafnis y Cloe” (1912) y “La siesta de un fauno” (1912). Otros trabajos importantes fueron el diseño de trajes para “Les Papillons” (1912) y “La Legende de Joseph” (1914). Los diseños de Bakst eran llamativos, coloridos y suntuosos, con un toque de distinción y detalles refinados, utilizando telas finas de acuerdo con la moda de aquel tiempo. Después de 1915, trabajó como independiente y para las compañías de las bailarinas Ana Pavlova (1881-1931) e Ida Rubinstein (1883-1960). En la última etapa de su vida diseñó vestuario y escenografía para producciones como “La bella durmiente” y para el teatro privado Evergreen House. El arte del diseñador, quien murió el 27 de diciembre de 1924, en París, Francia, llegó a ser considerado como visionario y exótico, pero siempre muy bello.