Puebla.- Finos cortes, precisión de detalles, elementos de la naturaleza y mucha imaginación son las principales características con las que trabaja el artista plástico Saúl Navarro Escalante, quien al formar una amplia colección privada decide crear el Museo de Miniaturas en Puebla. El egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes tuvo sus primeros conocimientos en pintura, escultura y modelado en barro, entre otras disciplinas, cuando tenía 15 años, pero es hasta los 33 años cuando decide dedicarse a la miniatura. “Cuando era niño leía una revista que venía en un periódico, ahí vi como un señor extranjero hacía este tipo de trabajos, y la nota decía que él lo hacía mientras estaba en una prisión. Con el tiempo y con mis conocimientos en arte plástica surge la idea de dedicarme a la miniatura”, relató en entrevista con Notimex. Sus primeras obras fueron talladas en gis, entonces su trabajo inicial fue “La Última Cena”, después comenzó con la creación de pequeñas tiendas de antaño como una carnicería, panadería, tienda de abarrotes, entre otras. Posteriormente trabajó en temas históricos como pasajes bíblicos, lugares de Puebla, ciencia ficción, así como tradiciones y leyendas. Navarro Escalante subrayó que todo su trabajo surge de imágenes que vienen a su mente, no copia ideas, no toma bocetos, calendarios o postales para representar, sino que es un ejercicio de inspiración y recreación de todo lo que sus ojos observan en el día a día en Puebla o a través de sus viajes. En el interior de un hotel, ubicado en calle 9 Oriente número 6 del Centro Histórico, se encuentran las dos salas que conforman este Museo de Miniaturas. Este consiste en la exhibición de 45 dioramas, pequeñas maquetas en caja que muestra diferentes escenarios en un espacio aproximado de 4.5 pulgadas de alto por 10 pulgadas de ancho y seis de fondo. Los visitantes, por una cuota de 15 pesos, pueden conocer diferentes obras en las que el artista ha invertido de tres a cuatro días, siendo el diorama de La calle de Santa Clara el trabajo que más tiempo le llevó en terminar, un total de 22 días. Para él, su favorito son los dioramas donde recrea la Puebla antigua, se imagina hogares que no existen, elabora las fachadas, cuida que las casas coloniales luzcan con piezas de talavera y ladrillo sesgado, puertas apolilladas con chapetones, fachadas con sus balcones y herrería. Para lograr estas obras de arte, trabaja en su taller sobre piezas de gis, madera, acrílico y papel estaño y para obtener los detalles en cada figura usa seguetas recortadas, otras conocidas como pata de cabra, además de improvisar algunas de acuerdo con sus necesidades. El hombre, de 63 años, mencionó que al inicio utilizaba la pintura vinílica, pero hoy algunas figuras las pinta al óleo, usa acrílico, sprays, u otro tipo de materiales. Se apoya con cartón, resinas, fibras de vidrio, arena y barro para moldear fachadas, muebles y otros elementos para formar las maquetas. Elementos de la naturaleza como follaje muerto y zacate o raíces también forman parte de sus trabajos, pues dijo que las raíces le permiten cierto movimiento y pueda dar la apariencia de los árboles en sus maquetas. “Las figuras miden en promedio una pulgada de alto, pero las hay más pequeñas de tres milímetros que usé para representar la Batalla del 5 de Mayo. Éstas son de gis y luego de ser talladas se pintan y se barnizan con pegamento blanco para conservarlas por más tiempo”, explicó mientras sacudía uno a uno de los dioramas que son iluminados con leds de varios colores. El museo, en busca de un mejor espacio, ha deambulado de la zona del Parián a un local frente a la Catedral de Puebla, ahí permaneció durante dos años, luego estuvo en una escuela, después en otra, y desde hace nueve meses permanece al interior del hotel, donde ha sido visitado gracias al programa municipal Noche de Museos. “He elaborado 100 dioramas pero hace tiempo dejé de hacer más trabajos porque ya no tenía donde guardarlas, hasta que el dueño del hotel me invitó a mostrar mi trabajo a través de una exposición. Al principio hacía las maquetas por placer, pero conforme me han conocido he hecho algunas sobre pedido”, relató. La típica cocina poblana, con sus cazuelas de barro y azulejos de talavera, así como la Casa de la China Poblana, son algunos de los que ha fabricado sobre pedido de particulares. Trabajos que llegan a un costo en promedio de mil 500 pesos hasta 10 mil pesos cada uno. Actualmente trabaja en la elaboración de Nacimientos de Jesús. La gente que conoce de estas miniaturas lo felicita y le reconocen su paciencia, ingenio y creatividad; en tanto que el artista agradece que esta actividad, a la que se ha dedicado toda su vida, sea valorada.