Hermosillo, Sonora.- “Los rayos del sol te pueden cegar, debes caminar durante días bajo temperaturas de hasta 50ºC -si es verano-, o morir congelado durante el invierno, y tienes que andar por largos trayectos montañosos que son sumamente escabrosos y donde no hay ninguna ayuda si la llegas a necesitar". Así es el trayecto por el desierto de Sonora -uno de los más calurosos y grandes del mundo localizado entre México y EU- según lo describe Jason de León, profesor de antropología de la Universidad de Michigan. "Después está la flora y la fauna. Éste es un medio ambiente donde todos los seres vivos, como cactus, escorpiones y víboras de cascabel, están allí para morderte, rasgarte o lesionarte. Y donde incluso con una brújula puedes perderte y pronto entrar en dificultades". "Y muchos de los que llegan a morir simplemente desaparecen, cuando sus cuerpos son destruidos por los zopilotes (buitres)". Según De León, el desierto de Sonora es "una enorme máquina de matar". Y cada vez está aniquilando a más personas que intentan entrar de forma ilegal a EU, procedentes de México y Centroamérica. Las rutas Jason de León, que acaba de publicar el libro "The Land of Open Graves: Living and Dying on the Migrant Trail"(La tierra de las tumbas expuestas: vivir y morir en la ruta de los migrantes), asegura que hoy más migrantes están muriendo en esta zona desértica que en el pasado. Porque debido a que se han incrementado el número de patrullas fronterizas en las áreas pobladas y menos inhóspitas de la frontera, los migrantes mexicanos y centroamericanos se han visto forzados a tomar las rutas más remotas y peligrosas. De León afirma cada año se recuperan los cuerpos de entre 200 y 300 personas. "Pero la cifra puede ser mucho más grande porque muchas veces los cuerpos quedan destruidos o simplemente desaparecen", dice el investigador a BBC Mundo. Motivado por la falta de información sobre lo que realmente ocurre en el desierto de Sonora, De León comenzó a investigar las experiencias de los migrantes en esta ruta migratoria. "Trabajando en el desierto empezamos a encontrar muertos: huesos y fragmentos de esqueletos. Y vimos que las muertes que ocurren en el desierto son muertes muy violentas". Lo que ocurre De León, y su equipo decidieron llevar a cabo experimentos de ciencia forense junto con entrevistas a familiares y migrantes para saber qué había ocurrido con las personas que habían desaparecido en el desierto. En 2012 los investigadores colocaron en el desierto cuerpos de puercos, que vistieron con ropa y efectos personales, para recrear lo que ocurría con quienes habían muerto. "Nos quedamos muy sorprendidos por la velocidad con que los buitres destruyen los cuerpos y los efectos personales, y esparcen los huesos a grandes distancias". "En el verano esta destrucción ocurre en menos de 36 horas: unos 30 zopilotes se comen todo el cuerpo, separan los huesos y destruyen las pertenencias", cuenta el investigador. "Con los experimentos tuvimos datos científicos para confirmar que los buitres pueden destruir un cuerpo en menos de dos días. Esto confirmó que puede haber mucha gente que desaparece en este lugar sin dejar rastro". "Esto demuestra que los números que tenemos en las listas de muertos no son las cifras reales de las personas que mueren en el desierto".