Washington, DC.- La campaña electoral de 2016 en Estados Unidos se acerca a su fin, tras establecer un nuevo estándar de hostilidad. A una semana de los comicios del 8 de noviembre, el duelo entre Hillary Clinton y Donald Trump se convirtió en una batalla de "mujeres desagradables" y "bad hombres" contra seres "deplorables" y votantes "sin remedio". Una reina de belleza venezolana, la familia de un soldado condecorado, un expresidente y su vida privada, el director del FBI e incluso el papa se vieron arrastrados a la refriega. En ocasiones, la retórica de campaña ha sido tan subida de tono que ha obligado a profesores de civismo en escuela intermedia a alterar sus lecciones. Pueden agradecerle eso a Trump. Pero los estadounidenses no pueden decir que no los avisaron. El 16 de junio de 2015, unos minutos después de iniciar su disperso discurso anunciando su campaña, Trump estaba tachando a los mexicanos de violadores y delincuentes. Desde entonces, ha horrorizado o encantado a la gente con sus provocaciones. Cuando Trump se sumó a la contienda ya había once republicanos aspirantes, y aún se presentarían cinco más. Era razonable pensar que el imprudente de Trump lucía como una opción improbable para el viejo partido conservador. Clinton, en cambio, entró en la batalla demócrata dos meses antes con un impresionante currículo y un alegre video de presentación que de inmediato la convirtió en la favorita para llevarse la candidatura de su partido. Parecía encaminada a romper una barrera que no había podido superar en las primarias de 2008 contra Barack Obama. Esta vez fue Bernie Sanders quien se coló en su fiesta y acabó con la ilusión de una candidatura fácil. Al final, no importa quién gane, el próximo presidente será uno de los más impopulares de la historia. "Si las promesas centrales de la política moderna son la paz y la prosperidad, en realidad no hemos tenido ninguna de las dos en mucho tiempo", comentó William Galston, académico de la Brookings Institution y que sirvió en el gobierno de Bill Clinton. "Eso creó una atmósfera de descontento y protesta que afectó a los dos partidos políticos este año".