"Expone Museo Soumaya grandes evidencias de cultura mundial"

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Ciudad de México.- El espíritu del Museo Soumaya descansa sobre tres pilares: Coleccionar, investigar, conservar y difundir evidencias artísticas de México y el mundo; exponer esos acervos principalmente entre los sectores que menos acceso tienen al arte, y promover el conocimiento y disfrute de la obra estética a través de actividades gratuitas.

Alfonso Miranda Márquez, director general de la institución, explicó a Notimex que el Museo Soumaya, componente de Fundación Carlos Slim, A.C., abrió sus puertas al público en 1994 como un organismo cultural sin fines de lucro, que se vale de diversas actividades académicas, escolares y lúdicas, para cumplir sus propósitos.

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Exposiciones permanentes, temporales e itinerantes, catálogos accesibles a todo público, y publicaciones mensuales, así como espacios para niños y adultos, conferencias, ciclos de cine, programas interactivos, muchas actividades más, diseñadas y ejecutadas por un equipo de especialistas y curadores de arte, se llevan a cabo a lo largo de todo el año.

Miranda añadió que otra misión que la Fundación se ha echado a cuestas y desarrollado con éxito, es compartir su colección, la cual ofrece más de 30 siglos de arte americano y europeo, en espacios de encuentro para todos, lo que motiva la reflexión y el diálogo en el panorama cultural latinoamericano, mediante el compromiso y la plena acción social.

“Nos dedicamos a conservar, investigar y difundir este patrimonio mediante programas de inclusión, responsabilidad social y medio ambiental, educativos y de alto desarrollo humano, académicos y editoriales, para optimizar el entorno y la calidad de vida de los visitantes a partir de la mejora continua, con parámetros de excelencia internacional”, dijo.

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Expuso que Museo Soumaya de Plaza Carso, ubicado en la zona de conversión urbana llamada Nuevo Polanco, fue inaugurado el 29 de marzo de 2011, con la asistencia del escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014). “El edificio tiene un diseño vanguardista”, dijo, y explicó:

“Consiste en una brillante estructura asimétrica plateada, con reminiscencias de la obra escultórica de Rodin. Tiene una altura de 46 metros y está recubierto por más de 16 mil placas de aluminio hexagonales, sin más aberturas visibles que la puerta de entrada. Es llamativo el hecho de que los paneles no se apoyan en el suelo ni se tocan entre sí”.

Esa cualidad, destacó el entrevistado, da la impresión de que las placas flotan alrededor del edificio. La cubierta es semitransparente y permite que la planta superior se ilumine directamente por la luz del Sol. Fue diseñado por el arquitecto mexicano Fernando Romero, con la asesoría de Ove Arup y Frank Gehry; costo casi 47 millones de euros.

El interior del museo está dividido en seis plantas conectadas entre sí por ascensores y una rampa exterior en espiral. “Generalmente, se invita a los visitantes a subir hasta la sexta planta y descender cómodamente por la rampa, ya que este museo no tienen un discurso cronológico, sino temático”, puntualizó con orgullo.

En la sala uno está la muestra permanente “De oro y plata: Artes decorativas”, donde se plantea una visita que pone en valor obras confeccionadas para la ceremonia y el adorno y que destacan en su factura. Realizaciones cuya estima tiene que ver con aspectos como la utilidad, la belleza y, más recientemente, el diseño, están expuestas en esta gran sala.

Expone una serie de obras para la historia y estética: Marfiles, miniaturas, mobiliarios religiosos, textiles, joyería, medallas, cristal de la Granja, cucharas, herrajes, relojes, plata pella, maquetas, cocos chocolateros y arquetas, entre otros. Tiene un apartado especial dedicado a Maximiliano y Carlota, Porfirio Díaz y a las monedas y billetes de México.

Un recorrido por la sala dos, donde está la exposición permanente “Asia en marfil”, se muestran piezas excepcionales de gran valor histórico, estético y cultural. Hay imágenes cristianas elaboradas con maestría y preciosismo asiático. Cristos de pigmentos férricos y decorados con sangre; está la Virgen María y el Buda de la compasión (Guan Yïn).

Otra muestra permanente, “Antiguos maestros europeos y novohispanos”, ocupa la sala tres. Autores de obras maestras del arte occidental, que brillaron de los siglos XIII al XIX, sobresalientes de escuelas europeas como la flamenca, la española, la germana, la italiana y la francesa, dialogan en este espacio, uno de los preferidos de los visitantes.

Los temas constantes en su producción religiosa: Representaciones de la historia sagrada, escenas marianas y cristianas, alegorías y pasajes de santos, están presentes y, por otro lado, el género de retrato y la vida cotidiana, con portentosos ejemplos, todos de maestría impecable, debidos a grandes pintores y artistas, reconocidos y anónimos, están a la vista.

“Del impresionismo a las vanguardias” ocupa la sala cuatro. El paisaje ha sido fuente de inspiración poética y costumbrista, vinculado con la diversidad de latitudes, regiones y climas. Escenas que reflejan la vida cotidiana en diálogo con la naturaleza, donde el hombre se inserta como elemento primordial de la creación, se muestran en este espacio.

La sala cinco presenta la exposición temporal “Venecia. Colección Museo Soumaya”. Aquí se observa que a fines del siglo XVII los jóvenes aristócratas ingleses, viajaban a las principales ciudades de los reinos italianos. Esos viajes originaron el famoso término “Grand Tour”, acuñado por Richard Lassels en 1670, en su libro “El viaje por Italia”.

Por primera vez se reúnen estampas del alemán Martin Engelbrecht que recuerdan el inicio de la veduta, y los lienzos de Bernardo Canal, Michele Marieschi, Francesco Zanin, Giuseppe Bernardino Bison, Francesco y Giacomo Guardi quienes pintaron con minucia las construcciones góticas, renacentistas, barrocas y neoclásicas de Venecia.

La sala seis ofrece “La era de Rodin”, que cuenta con nuevas adquisiciones y discurso desde el 4 de junio pasado. Es un recorrido que lleva por sus proyectos más importantes, los mitos y alegorías que resignificaron las fuentes clásicas, la fragmentación y el movimiento donde se nota el ímpetu vanguardista del artista francés y su legado que formó a nuevas generaciones.

Auguste Rodin había sido rechazado en la Academia de Bellas Artes y se formó en la Petite École, escuela de diseño y matemáticas. Presentó, sin éxito, “El hombre de la nariz rota” en el Salón de 1865. Trabajó con Carrier-Belleuse en la fábrica de porcelana de Sèvres y, en Bélgica, con Antoine-Joseph van Rasbourgh creó sus esculturas decorativas.

El arte, como la filosofía, despierta conciencias, e invita a conocer y cuestionar el entorno y a desentrañar el sentido de la existencia. Inquieta. Es un reflejo de la sociedad y sus ideas, por eso, en el Museo Soumaya se cree que el contacto con esta actividad humana mejora el entendimiento del mundo y, por ende, la calidad de vida de las personas, acotó Miranda.

Consecuentemente, el museo ofrece, entre otros servicios, atención personalizada, personal capacitado, visita de mediadores a instituciones de asistencia, visita táctil para ciegos y débiles visuales, acceso a perros guías certificados, audioguías para débiles visuales, intérprete de Lengua de Señas Mexicana (LSM) y accesibilidad con rampas y elevadores.

Además, concluyó el director, actividades pre y postvisita, conferencias, actos culturales, transporte, almuerzos nutritivos, paramédico, oportunidades laborales para personas con discapacidad y adultos mayores, y estacionamiento para bicicletas; el museo ha editado una revista mensual de distribución gratuita desde 1997, agendas, libros y catálogos.