Raúl Castellano “A las palabras se las lleva el viento”, dice el dicho popular, sin embargo, no es así; la realidad es que las palabra vertidas ahí quedan; no se las lleva el viento. Algunas pueden sentirse como un bálsamo o el más exquisito de los dulces; otras, lastiman, son hirientes y, finalmente, unas y otras, ahí quedan. Por esto es necesario cuidar las palabras pronunciadas. Hay que utilizar las adecuadas, hay que ser preciso en lo que queremos decir. Claro que esto es algo que no todos pueden hacer, porque no han estudiado lo suficiente. Al respecto, recuerdo al escritor Andrés Henestrosa, quien nació en Oaxaca y en sus primeros años hablaba zapoteco y no sabía hablar español. Sin embargo, estudió con ahínco y aprendió el castellano. Más adelante en su vida, con objeto de poder tener un vocabulario más amplio, para lo cual, siempre llevaba consigo un diccionario; este empeño, esta dedicación le permitió convertirse en escritor. Luego entonces, debemos enriquecer nuestro vocabulario. Utilizar palabras de las que no conocemos su verdadero significado, resulta muy peligroso y evidenciará nuestra falta de estudio. Ahora, si utilizamos palabras de idiomas extranjeros, resulta más complicado, y sobre todo cuando usamos una palabra de un idioma que no conocemos. Todo este preámbulo viene a cuento, porque hace muy poco, Enrique Peña Nieto, utilizó la palabra “bullying” diciendo que esto le hacían a las corporaciones policiales. La definición y el sentido de las palabras importan e importan mucho. El sentido de la palabra “bullying” del inglés, es el acoso, el maltrato del fuerte a alguien débil. Es el abuso del fuerte contra el débil a través de diversas acciones. El Presidente se molestó por las muchas críticas de la ciudadanía, dirigidas a las policías y utilizó una palabra en inglés cuyo significado desconoce o desconocía; es natural, sabido que Peña Nieto no sabe inglés. La ciudadanía no puede hacerle “bullying” a la policía. La policía es el fuerte. Podría ocurrir, como ocurre, pero a la inversa. El empleo del mencionado término, ocurrió durante una reunión “Foro Nacional de Sumemos Causas” a la que asistió el Presidente Peña y en la cual María Elena Moreira presentó “El Índice del Desarrollo Policial”, documento que es el resultado de un estudio llevado a cabo durante ocho meses, apoyado en cifras oficiales y en la realidad del abandono en que se encuentran los policías. El documento de Moreira es uno de los mejores diagnósticos que se hayan hecho sobre seguridad. En 2008, en una reunión en donde Alejandro Martí, cuyo hijo fue secuestrado y muerto, les dijo a las autoridades, ante la violencia que no eran capaces de frenar, “si no pueden renuncien”, ante el Consejo de Seguridad Pública, se estableció el compromiso. Han pasado nueve años, y tanto el gobierno federal, como los estatales y municipales, han sido incapaces de cumplir los compromisos para lograr un México en Paz; se han quedado en un 43%, de acuerdo al estudio de “Causa en Común”. Los policías de los Estados y Municipios, cobran salarios de miseria, no están capacitados ni tienen equipo y armamento; en muchos casos, tienen que comprar su propio uniforme y botas, así como los cartuchos para sus armas; pagar la gasolina de las patrullas e incluso rentarlas. No tienen sistemas disciplinarios ni protocolos que regulen su desempeño, ni instalaciones adecuadas. Esta es la triste realidad que no fue soportada por el Presidente Peña, quien dijo “se escuchan más voces que vienen de la sociedad civil, que condenan, que critican, que hacen “bullying” sobre el trabajo que hacen las instituciones del Estado Mexicano”. ¿Cómo puede Peña Nieto decir esto, cuando ha sido él quien se ha encargado de destruir las instituciones? Pero fue más allá, y señaló a líderes de la sociedad como rufianes, crueles o déspotas. Ante esto, cabe preguntarse, ¿tiene derecho el Presidente a insultar de esta manera?, ¿cómo puede desestimar la demanda de la ciudadanía a tener un país libre de violencia?. Lo que ha hecho la sociedad, es hacer críticas legítimas a un sexenio de violencia, corrupción e impunidad. La violencia ha llegado a su máxima. Desde que Peña Nieto llegó a la Presidencia han asesinado a 91,284 personas. Este gobierno está a punto de convertirse en el más sangriento de la historia de México. Otro problema, que va unido a la violencia, es la impunidad. La mayoría de los crímenes ni siquiera son investigados. El Servicio de Investigación Congresional, CRS, en su informe al Congreso estadounidense, ha calificado de ineficaz la estrategia anti-crimen, algo que preocupa al país vecino. Un dato interesante es el que 107 de los 122 cabecillas del crimen organizado, han sido abatidos o están encarcelados, sin que esto haya contribuido a frenar la violencia. En el acto al que nos hemos referido, donde habló María Elena Moreira, dijo también que las cifras de muertos habidos en lo que va de este sexenio, son “cifras que adquieren una proporción bélica…no hay estrategia y si la hay no ha servido”. Ante esto, el Presidente se incomoda siguiendo el dicho de que “la verdad no peca pero incomoda”, y le reclama a la señora Moreira, en un acto de intolerancia y de acoso, con lo que, aquí sí, le hace “bullying”.