Ciudad de México.- A nivel global las plagas generan pérdidas a la agricultura de hasta 80 por ciento de lo sembrado, por lo que científicos de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), unidad León, trabajan con parásitos de insectos para evitar el uso de pesticidas. En Europa se usan nematodos gusanos entomopatógenos (parásitos de insectos) de menos de un milímetro de largo, explicó la investigadora del citado plantel, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Alejandra Rougon Cardoso. “A fin de hacer algo similar, en México secuenciamos el genoma de este animal, lo que aporta datos para mejorarlo genéticamente y hacerlo más efectivo para combatir polillas, escarabajos o moscas típicos del país”, detalló. El proyecto abre un nuevo horizonte para la agricultura, puesto que descifrar el ADN de los insectos permite modificarlos hasta convertirlos en un agente de control biológico óptimo, acorde al clima, entomofauna y el tipo de cultivos en México, destacó la investigadora a UNAM Global. “Conocer su genoma es clave para mejorarlos y adaptarlos a ciertos tipos de plagas, plantíos y zonas. Su costo sería mucho menor al de productos químicos. Serían benéfico para el campo mexicano pues tendríamos una herramienta menos cara y más segura”, expuso. Indicó que el nematodo lleva consigo a una bacteria que ha evolucionado para ser reconocida, almacenada y transportada por el gusano en una bolsa interna y cuando éste por fin logra infectar a un insecto y llega a su líquido circulatorio (hemolinfa), suelta la carga bacterial, la cual mata al bicho en cerca de 48 horas. La científica refirió que existe un microorganismo efectivo para cada tipo de insecto, por lo que este proceso evolutivo puede ser descrito como una guerra entre patógeno y hospedero, además de que a partir del genoma secuenciado que ya tienen, podrían seleccionar y optimizar ciertas cepas de nematodos para atacar a plagas específicas. “Estos gusanos son seguros y no tóxicos para el humano, la fauna o el ambiente. Además, su rango de esparcimiento no es grande, pues no vuelan y sólo están a la caza de insectos específicos, y como en el país hay cepas nativas no se introduciría un patógeno foráneo”, subrayó. Reiteró que no representan peligro alguno para el entorno, a diferencia de los pesticidas comúnmente utilizados, altamente tóxicos y cancerígenos. No obstante, el siguiente paso para los científicos es realizar la mejora genética, a fin de contar con un producto de calidad y sin sustancias que perjudiquen los cultivos y la salud humana. El proyecto es un trabajo de casi seis años, cuyos resultados fueron expuestos en la revista británica Scientific Reports, el cual contó con la colaboraron de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Así como el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y las universidades de Cardiff, en Reino Unido; Azores, en Portugal y la Normal de ChongQuin, en China.