Notimex/La Voz de Michoacán Sierra de Chincua, Michoacán. El espectáculo natural de ver a la mariposa monarca, no sólo es apreciado por los turistas que llegan desde lejos para vivir la experiencia, sino por los pobladores cercanos al santuario para quienes esta temporada significa un sustento para vivir. En la frontera del Estado de México y Michoacán, se localiza la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, donde se pueden encontrar los cinco santuarios más conocidos. Ellos son el Rosario, que tiene casi 40 años abierto al público; el Sierra Chincua, al que se permitió acceder al turista desde 1996 cuando fue declarado por la Semarnat, Área Natural Protegida Mariposa Monarca; La Mesa, El Capulín y El Cerro Pelón, que reciben a turistas de todo el mundo durante la época de hibernación de este insecto. Ambrosio Ambrosio Martínez, quien estudia actualmente el primer año de secundaria, se prepara desde abril a noviembre para ser guía en el santuario y apoyar a su familia, no sólo económicamente sino conservando la tradición de su padre y abuelo de proteger a la mariposa, que de acuerdo con sus propias palabras es para ellos "un regalo de Dios". De esta manera, la temporada de noviembre a marzo se vuelve importante para las familias de alrededor de la Sierra Chincua, porque el ingreso que reciben del turismo es su principal sustento. Con tenis, jeans y camisa de cuadros, Ambrosio camina orgulloso de ser guía indicando al visitante el sendero del Santuario y explicando las reglas que debe seguir para el recorrido a caballo o a pie como los valientes, porque el camino de terracería y de subidas no cualquiera lo resiste y menos a tres mil metros de altura sobre el nivel del mar. No usar flash, no correr, no gritar, porque, aunque no escuchan perciben con sus antenas los movimientos y se pueden espantar y alejarse de la reserva”, explica mientras se acomoda su mochila roja donde carga el libro de conocimientos de la mariposa Monarca que el comisario ejidal les proporciona a los guías. Cada año el comisario vende libros para que el que quiere ser guía, aprenda, uno se tiene que preparar”, expuso el entrevistado. Con la sencillez con que un niño se expresa, Ambrosio comparte sus conocimientos estudiados durante el año, no sólo de la mariposa sino de todo lo aprendido en sus 11 años de edad, “Existen 36 ejidatarios, con sus respectivos puestos de comida o artesanías en más de 300 hectáreas que comprenden este santuario”. Durante esta época, realiza en el lugar alrededor de dos viajes como guía que le permiten tener un ingreso para su hogar de 300 o 400 pesos diarios, “la propina es voluntaria”, dice. Explica que vive con su familia, su padre y hermano también se dedican en esta temporada a ser guías y su madre y hermana rentan un restaurante para vender comida durante la época. En el tema que domina, Ambrosio Martínez se muestra alegre con los 23 grados centígrados que registra el celular, porque con el Sol la mariposa despierta de su letargo y el turista puede apreciarla al volar, de lo contrario comenta, "con el frío se pega a los árboles y a veces vienen de tan lejos y no ven nada". La mariposa es como solar, agarran energía del Sol y se alimentan del néctar de las flores y de los nacimientos de agua, con el frío se duermen en el oyamel, cierran sus alas y así permanecen, si hace frío dos semanas, dos semanas se quedan ahí”. El oyamel, llamado abeto sagrado porque al final de sus ramas forma una cruz, es un árbol húmedo que desprende una resina la cual sirve de alimento para las mariposas en este tiempo de hibernación. Hasta donde alcanza la mirada, Sierra Chincua está repleta de esta especie de árbol. La mariposa monarca visita los bosques de Michoacán y del Estado de México durante cinco meses, llegan los primeros días de noviembre y se van a finales de marzo. Los guías comentan que la mejor temporada para verlas es en febrero porque comienzan a despertar, aunque también es asombroso ver los árboles repletos de ellas durante los meses de diciembre y enero que se dedican a descansar.