Luis Sigfrido Gómez Campos He estado diciendo en repetidas ocasiones que Andrés Manuel López Obrador va a ser el presidente de México, así lo he manifestado porque así lo he creído de acuerdo a la percepción que tengo de la realidad política de nuestro país. Generalmente muchos de los analistas políticos y los especuladores de café, al hablar de política, manifiestan sus deseos personales por encima de los datos objetivos que les presenta la realidad. Cuando he manifestado que López Obrador va a ganar no es porque mis simpatías estén con el político tabasqueño, es porque he leído que todas las encuestas lo favorecen con bastantes puntos porcentuales, y que se observa muy difícil que alguien, cualquiera, pueda revertir esa tendencia. Pero también he dicho que veo un panorama obscuro para México porque ganar la presidencia de un país agobiado por una crisis económica profunda, un grado de violencia que infunde terror, los precios internacionales del petróleo por los suelos, un país dividido ideológicamente en varias facciones que no se ponen de acuerdo, con grupos organizados de la sociedad dispuestos a manifestar sus inconformidades y reclamos de manera intransigente, un vecino país del norte muy poderoso cuyo gobernante nos odia y adopta medidas económicas para hacernos daño y, además, un previsible Congreso de la Unión dividido y muy combativo, no es deseable para nadie, como ya dije, ganar la presidencia de México. Y no obstante este panorama obscuro es tarea de alguien encabezar la solución de todos esos problemas, y ese alguien es necesariamente un político que no solamente tenga las agallas, sino además la sensibilidad y la inteligencia suficientes para enfrentar éstos y todos los retos que le presente la compleja realidad nacional. Cuando se formalizó la creación del Frente Amplio por México que agrupa a dos organizaciones políticas muy respetables,PAN y PRD, en cuanto a su fuerza y una tercera en desarrollo, Movimiento Ciudadano, me dije, Andrés Manuel no la va a tener tan fácil si es que estas instituciones políticas logran ponerse de acuerdo en torno de un proyecto común que una a sus huestes ya que son institutos que tienen representación en todo el territorio nacional y, aunque mucha gente rechaza a los políticos de los partidos, no hay otra vía, hoy por hoy, para acceder al poder público, salvo los independientes que todavía no dan color. Por parte de este frente se ha perfilado como el más posible Ricardo Anaya, Presidente Nacional del PAN, por sus habilidades para sacar del juego a sus rivales más peligrosos y su astucia para manejarse en esas pantanosas aguas del agandalle; pero no se descarta ni Silvano Aureoles, Gobernador de Michoacán, ni Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. La verdadera fuerza de este frente está por verse, porque si se equivocan en la imposición de un candidato no deseableles puede salir el tiro por la culata. Faltaba por definirse el candidato del Partido Revolucionario Institucional PRI, pero para mi real saber y entender, en el esquema del complejo panorama político nacional, el partido oficial estaba descartado para 2018 debido al desgaste que ha sufrido durante la administración del presidente Enrique Peña Nieto. El gobernar desgasta, los yerros se han magnificado y no se le reconoce ningún mérito a sus acciones de gobierno. Para sus detractores todo está mal y no existe una sola actividad que merezca reconocimiento. Algo es cierto. Las expectativas eran muchas y pocas se pudieron realizar. Seguimos viviendo en un país con muchas carencias y demasiados problemas. No obstante todo lo anterior solemos pasar por alto algo que ha sido una constante en la vida del México post revolucionario, el PRI tiene una estructura y una base de organización que exaspera a sus oponentes; su fuerza está fincada sobre bases muy sólidas de convencimiento de una militancia tozuda que constituye su voto fuerte. Además debe de reconocerse la disciplina de sus líderes y militantes que, aunque les impongan un candidato externo, cuentan con los mecanismos para unirse y luchar juntos por sus candidatos. A una escasa semana del destape de José Antonio Meade, exsecretario de Hacienda, los tres sectores del PRI, todos sus expresidentes, Secretarios de Estado, líderes de ese partido y hasta miembros distinguidos de Acción Nacional se han volcado a mostrar una adhesión decidida y su apoyo al virtual candidato que ha manifestado coincidir ideológicamente con el partido que lo va a postular a la Presidencia de la República. Las páginas de los principales diarios nacionales le han dedicado planas enteras destacando sus virtudes y amplia experiencia política y administrativa. Relegado ha quedado por el momento el candidato de MORENA a paginas interiores que refieren su opinión de que el candidato del PRI es un “señoritingo, títere, pelele” que representa a la élite del poder. Hasta los medios que tradicionalmente hacen “proselitismo periodístico” por Andrés Manuel, lo han relegado, por lo menos en esta última semana, a páginas Interiores. No todo está dicho. Faltan por definirse varios candidatos y que los ya perfilados saquen sus mejores argumentos para ser dignos candidatos a la presidencia de este gran país urgido de grandes líderes que lo saquen del atolladero donde se encuentra. Por lo pronto, me permito reconsiderar mi percepción inicial y anticipar que las elecciones para 2018 serán muy reñidas y que nada está definido. Es de sabios rectificar. luissigfrido@hotmail.com