Morelia, Michoacán.- Monumental y bella es la ciudad de Morelia, que hoy se viste de manteles largos con su 476 aniversario, y presume majestuosa los antiguos, pero no por ello menos galantes, espacios de su Centro Histórico. Son muchos los lugares que embellecen a la “Ciudad de las Canteras Rosas”, pero elegimos cinco sitios que siguen enamorando al extranjero y al vallisoletano. Las Tarascas Hace 33 años una multitud se concentró al oriente de la avenida principal de Morelia, y es que se colocaba la “nueva” fuente de Las Tarascas como parte del festejo del aniversario de la ciudad. Corrían los rumores de que la primera fuente se vendió a algún país europeo, aún resuenan en algunas familias morelianas; el ingeniero Manuel Rodríguez, que fue el encargado de desmontar la fuente en aquellos ayeres, en su cargo de secretario de Obras Públicas del municipio, ha asegurado públicamente que esta escultura es la que permanece en el actual recinto ferial. La primera, la colorida Fuente de las Tarascas, yace a decir de autoridades e historiadores, en el actual recinto ferial en el municipio de Charo, pero también se le puede ver en Argentina, sin mayores trabajos de magia que el arte de un escultor que la replicó en la plaza Dante de la ciudad de Buenos Aires. La idea de Antonio Silva Díaz y el trabajo de Benigno Lara dieron vida a la primera fuente erigida en 1931, mientras que la segunda estuvo a cargo del escultor José Luis Padilla Retana. De acuerdo al archivo de esta casa editorial, Retana dijo haber utilizado a una mujer de la isla Yunuén, como modelo de rostro, mientras que para dar forma al cuerpo uso su imaginación. Algunas versiones de la historia vallisoletana afirman que las princesas purépechas Atzimba, Eréndira y Tzetzangari, son a las que buscó dar vida eterna la majestuosa fuente. Son muchas las versiones que se manejan respecto a su retiro en la administración de Fernando Ochoa Ponce, una de ellas, refiere al supuesto desagrado que ocasionara a la esposa del entonces presidente Adolfo López Mateos, en una visita a la ciudad de las Canteras Rosas. Aunque no hay una versión oficial, lo cierto es que a partir del retiro de la fuente la coyuntura de la antigua Calle Real con el Acueducto paso a dar espacio a una fuente obra de Ángel Díaz, que un mes después de retirada la anterior, fue colocada como parte del festejo del natalicio de Don José María Morelos y Pavón, esta sencilla escultura era conocida como “El Huarache”. Pero la llamada originalmente Fuente de Las Indias, era tema de conversación entre las familias morelianas, quienes finalmente pudieron volver a apreciarlas en el recinto ferial, ubicado en la salida a Salamanca. Años más tarde se construyeron “las nuevas” Tarascas, cuyo patronato presidido por Eduardo Ruiz Izquierdo, encomendó a Padilla Retana hacer la obra que en 1984, sería montada en donde antes se había ubicado la legendaria fuente, que hoy en día sigue siendo uno de los edificios emblemáticos de la ciudad. El Acueducto La imagen que circula en todo el país a cada momento, en los billetes de 50 pesos, es justamente la del Acueducto de Morelia, una de las obras arquitectónicas que representan a la ciudad. A finales del siglo XVIII se edificó y hoy en día luce igual de majestuoso que en aquellos ayeres. El estético Acueducto tiene una longitud cerca de 1700 metros y cuenta con 253 arcos que alcanzan una altura de casi 8 metros en su parte más alta; estuvo en funcionamiento hasta 1910. No ha sido mantenido estático, este edificio fue restaurado en 1997 y posteriormente se le colocó iluminación escénica que realza su belleza. Este icono arquitectónico de la capital michoacana tiene sus “abuelos”, y es que hubo otros tres, el primero se hizo en 1549 con una estructura de madera, tejamanil y troncos. Cal y piedra fueron los materiales del segundo acueducto, construido a finales del siglo XVI, mientras que a principios del siglo XVIII, por orden del decimosexto obispo de Michoacán, Manuel de Escalante Colombres y Mendoza se inició la obra del tercer acueducto. Fue hasta 1784 cuando el vigésimo quinto obispo de Michoacán, Fray Antonio de San Miguel dio la instrucción de construir el actual acueducto ante la falta de agua en gran parte de la ciudad. La Catedral Majestuosidad, armonía arquitectónica y belleza monumental caracterizan este máximo recinto religioso de la villa de la “Nueva Mechuacan”. La ahora ciudad de Morelia presume su Catedral al turismo y la mantiene “viva” para los morelianos. El origen del máximo recinto religioso de la Ciudad de las Canteras Rosas se encuentra entre “las cenizas” que dejó una iglesia de madera que en 1584 se incendió; ubicada al poniente de la actual Catedral sirvió para impulsar un proyecto que “ni el viento se llevara”. Fue el obispo Fray Marcos Ramírez de Prado, quien colocó la primera piedra del recinto el 6 de agosto de 1660. El monumento religioso que comenzó a ser construido a cargo del arquitecto italiano Vicente Barroso de la Escayola, tras su muerte la obra pasó a manos de Juan de Silva, Lucas Durán y José Medina hasta 1744, año de su conclusión. También la mano de Juan O´Gorman estuvo presente, en el estilo neobarroco de las torres de la entrada. Así lo relata el cronista Lorenzo Velázquez Hernández, quien da cuenta de la riqueza arquitectónica de este espacio con un diseño áureo, un monumental estilo barroco y un exclusivo uso de pilastras, “entre portadas y torres hay más de 170”. Pero la fortaleza y belleza de este espacio moreliano no ha impedido el saqueo del mismo, en diversos momentos los atracos han estado presentes; cuenta Lorenzo Velázquez que en el movimiento de Independencia el obispo Abad y Queipo mandó bajar las finas campanas y trató de hacer cañones para luchar contra los insurgentes. Por su parte, la Marquesa Calderón de la Barca dejó plasmado en sus cartas que durante las guerras civiles la Catedral fue desposeída de unos treinta y dos mil marcos de plata. El recinto católico ha sido también la casa para muchos; diversos personajes han desfilado por él, uno de ellos es Don Migue “el campanero” quien por más de 15 años acostumbró a sus oídos al fuerte sonido de las campanas de cobre, a las que llegó a conocer “como la palma de sus manos”. Mientras que Don Ramón, llegó a conocer a perfección los pasillos del templo, tras años de labor como guardia del recinto que recibe a feligreses, turistas, curiosos, cronistas y hasta borrachos. El recinto que regularmente desde las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche mantiene abiertas sus puertas ha sido uno de los lugares icónicos de la ciudad que hoy conmemora su fundación. Plaza de Armas La Plaza de Armas ha sido uno de los principales espacios de reunión para los morelianos, y es que desde la época colonial existían momentos de suma importancia que tenían lugar en este sitio, como la celebración de la Semana Santa, cuya Procesión del Silencio se desarrolló inicialmente en torno a ella. Cuando había una festividad relacionada con la Casa Real como el nacimiento de un infante, o cuando alguien adquiría un nuevo título nobiliario, era Plaza de Armas el espacio para celebrar. Ahí también se festejaba, hasta por tres días, el inicio de la Independencia de México, la consumación de la Independencia y la Batalla de Puebla. Sin olvidar, las fiestas populares de la gente, que realizaba el tradicional el paseo de las flores, realizado los últimos días de octubre, con el intercambio de flores en dicho espacio. Para 1874 surgió la inquietud de que era indispensable colocar en medio de la Plaza de Armas, un plataforma que sirviera para que algún conjunto musical o una banda de viento, amenizara los recorridos que hacían los pobladores, pues era una de las formas de diversión más importantes de la época. Cuando se dieron cuenta de que sí funcionaba, optaron por mandar comprar un quiosco, el cual fue adquirido en Inglaterra por un monto superior a los 10 mil pesos de aquel tiempo. Entre las particularidades de este templete, es que en las láminas de su techo se observa estampada la cara de la reina Victoria. Finalmente el quiosco fue inaugurado el 10 de abril de 1887. Con el paso del tiempo, la transformación de la ciudad y los cambios de actitud de la ciudadanía, muchas de las festividades empezaron a perderse y se mantuvieron los actos cívicos. Actualmente en esta y otras plazas dan espectáculo con la danza de los viejitos y hay función de payasos. Los Portales Elegantes y estéticos son los portales del centro moreliano, que encierran diversas historias. Los Portales Matamoros y Allende congregaban los vendedores de dulce tradicional, y de artículos decorativos paras las viviendas, así como productos de época. El Portal Galeana, era el de la nevería, era de los preferidos para “noviar” y comprarse un buen helado o un café en el Restaurante El Paraíso. Mientras que en el Portal Guadalupe, cuyo nombre oficial es Portal Hidalgo, era famosa la veterinaria de don Pepe; en este portal se cuenta que hay sangre de un sacerdote que luchó por nuestra Independencia y fue sacrificado el 9 de mayo de 1812, su nombre era José Guadalupe Salto. El portal vecino también fue manchado de sangre, con el fusilamiento de Mariano Matamoros, un 3 de febrero de 1814. En el viejo Portal de Consistoriales, y actual Portal Allende, en una casa marcada con el número 209, vivió 1888 el presidente de la República don Porfirio Díaz, luego de que la casa fuera ocupada en 1885 Mariano Jiménez, gobernador de Michoacán. Sobre Allende, el Portal de Dolores o Aldama, era conocido por sus tiendas de tela s, mientras que el Portal Hidalgo es memorable por albergar al hotel favorito de artistas, toreros y político: el Casino. Estos, entre muchos otros espacios, han sido sitios que marcan la memoria colectiva de la Ciudad de las Canteras Rosas, por lo que fueron y por lo que siguen siendo para los morelianos.