Abren laboratorio para entender al hombre primitivo

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Ciudad de México. La arqueología que busca rastros de las primeras sociedades humanas, las técnicas que emplearon los nómadas para sobrevivir, así como la transformación cultural de las rocas, son los temas que aborda el Laboratorio de Tecnología de Cazadores-Recolectores que ofrece la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

El laboratorio, desarrollado por el profesor chileno Luis Felipe Bate, brinda a los alumnos la oportunidad de comprender en qué consiste la lítica tallada y la arqueología de contextos precerámicos.

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Con el cambio de la ENAH a su actual sede, en Cuicuilco, fue posible la construcción de un laboratorio amplio para extender todos los materiales que se necesitan examinar. Y en una esquina del salón se hizo un hoyo de forma cuadrada con piso de tierra. Ahí, los estudiantes tallan materiales líticos.

En este laboratorio se regresa a los inicios de la cultura: se usan percutores (piedras para tallar otras piedras), cuchillos, bifaces, raspadores, navajas, agujas, puntas de flecha y arpones, como lo hizo el humano desde hace cinco mil o seis mil años: son réplicas de materiales diagnósticos.

Además se aborda la importancia de los grupos humanos anteriores a la invención de la cerámica y la agricultura como forma principal de obtención de alimentos, y destaca su aportación al desarrollo cultural del hombre.

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En declaraciones difundidas por la ENAH, Patricia Pérez Martínez, responsable técnico del laboratorio, explicó que éste busca desarrollar programas experimentales que permitan a los alumnos identificar la entrada de los primeros pobladores al continente y sus formas de organización y subsistencia.

Agregó que también ensayan con la producción del fuego; recolectan materiales orgánicos para elaborar otras herramientas con madera, tallos, ramas, plumas; unen piey se aventuran a pintar y tallar arte rupestre.

En el despacho científico, los instrumentos experimentales se hacen con rocas de diferentes tipos, de acuerdo con el material identificado en la pieza original: como sílex, obsidiana y riolita o basalto, y con los huesos de distintos animales.

“La materia prima se desgasta de manera diferente: una obsidiana se rompe mucho al ser utilizada, el pedernal conserva mejor las huellas de uso, en tanto la riolita cuesta más trabajo observar su desgaste por los cristales incrustados”, añadió Pérez Martínez.

Informó que a través de la experiencia de la talla, los estudiantes aprenden a reconocer y a clasificar la lítica, es decir piezas talladas en piedra.

“No se puede hacer por completo analogías del pasado porque tenemos destrezas diferentes y distintas visiones del mundo: lo que permite la arqueología experimental es racionalizar lo que se estaba haciendo en la antigüedad. Sólo es una pista más dentro de un universo de posibilidades por analizar”, explicó.

El Laboratorio de Tecnología de Cazadores-Recolectores es cursado por un promedio de 12 a 20 alumnos por semestre, dentro de las materias obligatorias Historia de México I y Lítica, y es una asignatura optativa relacionada con la Prehistoria.