Ciudad de México. Por su importante y encomiable labor en beneficio de la población, cada 24 de junio se celebra el Día Internacional del Socorrista; hombres y mujeres que dedican su vida a ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio. Estas personas están entrenadas para prevenir accidentes y atender a las víctimas de alguna emergencia, brindando una respuesta inmediata de rescate en primeros auxilios a aquellos que estén en riesgo. El titular de la Cruz Roja Mexicana, Fernando Suinaga Cárdenas, ha destacado que la excelencia de esta institución se logrará con un trabajo integral de los socorristas al ser promotores de la salud, fortaleciendo la prevención y la capacitación, así como la atención en emergencias y apoyo en los desastres. La Cruz Roja Mexicana cuenta con 43 mil voluntarios, hombres y mujeres, de los cuales 13 mil 213 son técnicos en urgencias médicas a nivel nacional y 475 especialistas en intervención en caso de desastre. En los Servicios de Socorros, los voluntarios deben tener formación de técnico en urgencias médicas de nivel básico y/o formación como socorrista en rescate especializado o en desastres; además de cubrir el perfil de compromiso, desinterés y espíritu de servicio, tener una actitud positiva y solidaria. Los socorristas constantemente se capacitan, por ejemplo, en la Cruz Roja Mexicana existe un catálogo de cursos (socorros) y talleres, como los de la serie “Es Mejor Prevenir”; que también se imparten en escuelas y centros de trabajo. Instruyen a los interesados en temas como primeros auxilios, manejo de albergues temporales, inundaciones, micro proyectos sociales y prevención de desastres. La institución internacional recuerda que estas personas han salvado a millones de vidas desde que el suizo Henry Dunant fundó el movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Acción derivada de las escenas que vivió un 24 de junio al terminar la batalla de Solferino, Italia, en 1859. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, los franceses -que eran aliados de los sardos (habitantes de la isla de Cerdeña)-, al mando del emperador Napoleón III, se enfrentaron a las tropas austriacas en la guerra de unificación italiana. Los primeros disparos de fusil estallaron poco después de las tres de la madrugada; a las seis de la mañana la batalla ya había alcanzado una violencia extrema: unos 300 mil hombres se mataban entre sí. Al caer la noche, más de seis mil muertos y 40 mil heridos yacían en el campo de batalla. A raíz de este hecho, el millonario y filántropo sugirió la formación de Sociedades de Socorros en todas las naciones, con el objetivo de atender a las víctimas de la guerra, y propuso el establecimiento de los códigos de respeto por la vida, aún en situación de confrontación o desastre. Los servicios sanitarios de los ejércitos franco-sardos no se daban abasto; el ejército francés contaba con menos médicos que veterinarios; no había medios de transporte y las cajas de vendas habían sido abandonadas en la retaguardia. Los heridos que podían hacerlo se encaminaban hacia el poblado más cercano, Castiglioni, en busca de algo de agua y de comida; nueve mil lograron llegar allí para luego dejarse caer en las casas y en las granjas, en las plazas y en las callejuelas. En la iglesia de Castiglione, la Chiesa Maggiore, Henry Dunant, con la ayuda de las mujeres del lugar, curó a los heridos y a los moribundos durante tres días y tres noches. Así surgió este movimiento de voluntarios (la Cruz Roja), quienes desde hace más de 150 años llevan a cabo acciones humanitarias y de rescate en casi todos los países del mundo.