Notimex/La Voz de Michoacán Ciudad de México. Hoy en día, los comprobantes fiscales tienen elementos técnicos que evitan su falsificación y han provocado la creación de nuevos delitos en su nombre, alertó Jaime Flores Sandoval, Socio Director de Cadem Consultores. En los antiguos portales de Santo Domingo -en el Centro de la Ciudad de México- se producen y venden invitaciones, recuerdos para fiestas y otros productos impresos, pero también solían comercializarse documentos apócrifos: títulos y cédulas profesionales, identificaciones oficiales y facturas falsas. Pero la conciencia del Estado de este tipo de delitos, evolución tecnológica y experiencia de otros países en la materia, permitieron implementar esquemas de comprobación en un ambiente digital o electrónico. Así, desde el primer lustro de este siglo, originalmente de forma voluntaria y luego obligatoria, la emisión de facturas vía impresores autorizados migró a comprobación fiscal digital. En etapas más avanzadas, comentó flores Sandoval, se añadió un elemento invaluable para la fiscalización: el uso del internet para que el SAT conozca en tiempo real las operaciones realizadas por un contribuyente cuando signifiquen ingresos, gastos, compras y hasta el pago de sueldos a sus trabajadores. Las antiguas facturas de esta forma se convirtieron en Comprobantes Fiscales Digitales por Internet (CFDI) y su emisión es responsabilidad de los contribuyentes, previa certificación (timbrado) por parte del SAT. El contribuyente o su representante, tratándose de personas morales, proporciona documentos de identificación y datos biométricos, con los que se genera una e.firma -antes firma electrónica- un Certificado de Sello Digital (CSD) y con ello puede emitir un CFDI, señaló Flores Sandoval. Este proceso y las características técnicas, evitan que el emisor pueda falsificar o repudiar un CFDI, con lo que la autoridad incorpora elementos de seguridad insalvables. Este escenario, admitió Flores Sandoval, elimina de raíz la posibilidad de falsificar las mal llamadas facturas, pues todo comprobante fiscal es real y validado por la autoridad, previo a su emisión. Lo que no desapareció, dijo, fue la actividad delictiva con comprobantes fiscales, en todo caso evolucionó. Empresas o personas físicas no localizables -fantasmas- emiten CFDI’s que amparan operaciones que no se realizan (inexistentes) o que son diferentes a las reales (simuladas). Mediante complejas estructuras corporativas estos ilícitos involucran operaciones financieras, que dan apariencia de realidad a lo que no ocurre, en donde los recursos retornan a su origen, previo cobro del “servicio”, subrayó. En la doctrina internacional -este delito no es privativo de México- se denomina efecto carrusel, señaló el experto.