Martín Equihua/La Voz de Michoacán. Imagen Enrique Castro Tarejero, Zacapu, 1 de febrero de 2014.-De unas piedras de pedernal brotó el Fuego Nuevo. El ceremonial ígneo en honor de los fundadores del pueblo purépecha se consumó, una vez más, como lo ha hecho durante 31 años en igual número de comunidades, desde que un pequeño grupo decidió abrir este vínculo con la ritualidad prehispánica. La sede del 2015 será la comunidad de San Francisco Uricho, municipio de Erongarícuaro Pero no se trata solo de un asunto del pasado. En kurhíkuerik´uinchekua, la fiesta del fuego, se reúnen autoridades comunitarias, promotores culturales, académicos, líderes y otras voces purépechas, a compartir alegrías, sí, pero también reflexiones y juicios sobre los principales retos del presente. Y esta apreciación es, por definición, también diversa,desde la preocupación por una sana alimentación de Alfredo Espinoza, comisariado ejidal de Tarejero, hasta el tema educativo del maestro Jorge Antonio Joaquín y otras cabezas, porque ésta seguiría sin incluir historias y culturas del México Profundo. Para bien o para mal, el estado que guarda la lengua phorésigue siendo un tema de conversación. El caso es que, a pesar de una ley que protegería su desarrollo, no hay evidencia de que se estén creando condiciones para que ésta y las más de 60 lenguas indígenas de México, ensanchen su valía social. Las lenguas, se dice, deben servir más allá del ámbito familiar y comunitario, y deben meterse a los salones dela educación básica y la universidad; deben tocar las relaciones de trabajo en campo y ciudad; saltar a los archivos y procedimientos de instituciones y funciones representativas. Y esa no sería tarea solo de este movimiento cultural, sino del Estado y la sociedad. La fiesta da para eso y más. Es motivo de alegría, de vendimia de artesanías, de reencuentros familiares, de colegas de profesión y de comunidades. La uanopikua, o recorrido por las calles del pueblo, resultó el festín de esos reencuentros. Una irrupción fugaz de ciertos distintivos de las comunidades visitantes. La encabezaron las autoridades anfitrionas, seguidas de quienes han sido sedes. Los barrios de Uruapan exhibieron una alegría del tamaño de su monumental bandera tetracolor; hicieron olas con ella, y al ritmo de notas de viento la rodearon y sacudieron, mientras decían, una y otra vez: “gracias Tarejero”. Cherán keri lució a sus panaleros del Corpus, sin dejar de bailar, con el Consejo Mayorpor delante. El padre Pancho y los jóvenes de Nahuatzen caminaron con píes adoloridos por la travesía del día anterior. La Universidad Intercultural, encabezada por su rector, Juan Ignacio Cárdenas, caminó con una abigarrada delegación. Jarácuaro, Purenchécuaro, Tziróndaro… La fiesta en grande, alegre y sin alcohol, como ya lo entendieron los visitantes urbanos, por así decirles, que también bailaron y gozaron. Y sí, la fiesta es gozo de todos; y aunque no parezca, lo es también para la gran comisión de “basureros” que anduvieron de calle en calle, de cocina en cocina, buscando deshechos. Para las cocineras que atizaron fogones y que se preocuparon de tener a la mano un pozole o atole, “por si alguien tiene voluntad de comer”. Las autoridades de casa lucieron cumplidoras. El pueblo y su organización barrial respondierona cabalidad. De muestra, el botón de palabras que en el sonido invitarán a comer a todos, sin excepción, pues “Tarejero se preparó para darle de comer a todo mundo”. Y es cierto. Churipo y corundas por aquí; carnitas y frijoles por acá; carne asada, ensalada y agua de sabores más allá. Desde la noche anterior, en la recepción del fuego viejo, la música no dejó de sonar. Ora bandas de viento, ora orquestas, ora pireris. Y por la tarde,el suculento banquete culturalse desplegó en el auditorio. Danzas rescatadas del olvido o zapateadas en las escuelas subieron al escenario, junto a los pujantes artistas de siempre, como los Tumbiecha o Rocío Próspero que, aunque enmudecida ahora por la pena, sabe que no puede privar al mundo de una voz como la suya. El fuego viejo murió, nació una vez más y se multiplicó, apuntando a un futuro realmente incluyente de la diversidad.