AP/(Imagen Ahn Young-joon). Jindo, Corea del Sur.- Un socorrista del servicio de guardacostas de Corea del Sur comenzó una sesión informativa informal con bastante calma. Se puso de pie en una tarima frente a los familiares de los desaparecidos del transbordador hundido, explicando cómo los buzos que tratan de encontrar a sus seres queridos se ven obstaculizados por la falta de visibilidad y pueden aventurarse apenas a una profundidad baja. Menos de una hora después, la reunión este sábado salió de control. Unas cuantas decenas de familiares que estaban sentados en el piso del gimnasio se levantaron y se acercaron rápidamente a la tarima, preguntando desesperadamente a los funcionarios. La mayoría de los funcionarios guardaban silencio, con la cabeza gacha. Un hombre trató de ahorcar a un teniente de la guardia costera y golpear a un policía marino, infructuosamente. Sus reacciones muestran cómo los familiares de unos 270 desaparecidos están cada vez más exasperados y desconfiados de las autoridades surcoreanas, en parte debido a la confusión, pasos en falso y la percepción de que actúan con lentitud. Durante días, han sufrido de shock, miedo e incertidumbre. Por momentos se han visto alentados por el surgimiento de ideas sobre maneras de encontrar posibles supervivientes, cambios en la cifra de muertes y el número de desaparecidos —incluso rumores de contactos con sus familiares atrapados— sólo para terminar decepcionados. El estado de ánimo en el gimnasio en la isla de Jindo, donde cientos de familiares están esperando información sobre sus seres queridos es generalmente de una calma sombría. Las personas murmuran entre sí o se sientan en silencio, mirando pantallas que muestran imágenes pixeladas de los buques y balsas de rescate, así como boyas amarillas meneándose en el mar. Algunos familiares se mantienen ocupados doblando mantas u ordenando los espacios donde están viviendo.