Notimex / La Voz de Michoacán Buenos Aires, 26 Abr.- A 10 años de las elecciones presidenciales de 2003, que permitieron la llegada al poder de Néstor Kirchner, Argentina enfrenta el reto de continuar o modificar el rumbo que marcó el fallecido ex presidente. Este sábado se cumplirá una década de la jornada electoral que los argentinos vivieron en un clima de incertidumbre, pues ninguno de los cinco candidatos garantizaba la recuperación de un país sumido en una de sus peores crisis económicas, iniciada en 2001. El entonces presidente interino Eduardo Duhalde tuvo que adelantar los comicios ante la crisis política acentuada por la muerte de dos líderes sociales que fueron asesinados por la Policía Bonaerense y convocó a elecciones para el 27 de abril. Con tal de no respaldar a su enemigo, el ex presidente Carlos Menem (1989-1999), Duhalde apoyó a un inesperado candidato, Kirchner, quien desde 1991 gobernaba la provincia de Santa Cruz, ubicada en el extremo sur del país. Kirchner era más bien conocido como "el esposo de" Cristina Fernández, la carismática y combativa senadora que desde su curul había denunciado la corrupción del menemismo y se había peleado con la bancada de su Partido Justicialista (peronista). Pese al desprestigio que enfrentaba por una década de gobierno marcada por la corrupción, Menem ganó las elecciones del 27 de abril con el 24.4 por ciento de los votos, frente al 22.2 por ciento de Kirchner, lo que llevó a ambos a disputar una segunda vuelta. La fecha definitiva sería el 18 de mayo, pero Menem renunció para evadir la derrota estrepitosa que le anticipaban las encuestas, lo que permitió que Kirchner se convirtiera en el presidente con el menor número de votos en la historia de este país. Kirchner asumió el 25 de mayo y de inmediato comenzó a legitimar su gobierno con medidas como la renovación de la Corte Suprema con jueces alejados del desprestigio menemista, o el apoyo incondicional a los organismos de derechos humanos. También promovió los juicios a los represores de la última dictadura, renegoció la deuda externa, le pagó al Fondo Monetario Internacional (FMI), y aplicó políticas que permitieron la recuperación económica y paliaron la pobreza. En 2007, el presidente renunció a postularse a una reelección a la que tenía derecho y cedió la candidatura a su esposa, quien ganó las elecciones y recibió como herencia un país con un crecimiento anual promedio del 9.0 por ciento. La recuperación se interrumpió en 2008 por el impacto de la crisis internacional y descendió a su mínimo en 2009, año en el que rozó la recesión, pese a lo cual Fernández arrasó en 2011 y fue reelecta con el 54 por ciento de los votos. Hoy, el kirchnerismo está a punto de cumplir una década en el poder, pero sin su principal líder, Néstor, cuya sorpresiva muerte, ocurrida el 27 de octubre de 2010, permitió que se le revalorizara como uno de los mejores presidentes de Argentina. Los frecuentes escándalos por corrupción, las altas tasas de inflación, el impacto de la crisis económica internacional que no cesa son los principales desafíos que enfrenta ahora un gobierno con una popularidad decreciente. Sin embargo, le ayuda la inexistencia de la oposición, porque en esta década ningún partido o dirigente se ha podido consolidar como una opción para contrarrestar la estabilidad lograda por el oficialismo.