Arturo Molina/ La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. La falta de sensibilidad, razonamiento, conciencia ecológica y la mentalidad destructiva, consumista y poco empática con el medio ambiente ha generado que el estado de Michoacán se haya convertido en una región cada vez menos apta para las diversas especies animales en la entidad, como ha quedado evidenciado por los diversos trabajos realizados por esta casa editorial en materia medioambiental. Así lo reiteró también Josué Rangel Díaz, director del Zoológico de Morelia, quien recalcó que en lo que respecta a la vida silvestre, el problema sigue siendo complejo debido a la desaparición de los ecosistemas por fenómeno de cambio ilegal de uso de suelo, los incendios forestales y tradiciones agrícolas como la rosa, tumba y quema, que siguen siendo de los principales flagelos a los que se enfrenta la fauna silvestre, tomando en cuenta que además decenas de especies se encuentran incluso en peligro de extinción. Asimismo, las especies endémicas, con poblaciones más reducidas por su delimitación geográfica, han sido una de las que más han generado preocupación en los últimos años y que han sido atendidas por instituciones científicas y de gobierno. Mascotas, también en peligro En paralelo, la fauna urbana doméstica, como los perros y gatos, proliferan, en condiciones de violencia, maltrato y calle, así como con problemas de sobrepoblación. Pese a los esfuerzos de las autoridades por generar campañas de esterilización, evitar la venta de animales en vía pública y el fomentar la adopción, la situación sigue siendo insostenible. Sólo en Morelia, las 130 comunidades rurales y las 14 tenencias albergan la mayor cantidad de animales como perros y gatos en condición de calle, los cuales, en completa libertad, siguen siendo foco de reproducción de miles de animales que lo único que encontrarán será hambruna y violencia generalizada. En el año 2017, más de 2 mil mascotas abandonadas fueron sacrificadas en el Centro de Atención Animal de Morelia. De este universo, el 70 por ciento fueron llevados por los propios dueños al albergue porque ya no querían hacerse cargo de ellos.