La casa del jabonero

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Jorge a. Amaral

Invito a usted, estimado lector, a recordar cuando se hizo la modernización del Libramiento Norte de Morelia, que la Federación anunció como una de tantas soluciones a la violencia e ingobernabilidad que tenían convulsionado al estado. Lo invito a hacer memoria sobre que, con el argumento de que todas las empresas del estado estaban coludidas con la delincuencia organizada, El Virrey entregó la obra a amigos mexiquenses, a pesar de que entre ellos había empresas señaladas de actos de corrupción e irregularidades. Es de recordar cómo, con la premura y gracias a esos cochupos, el gobierno federal entregó puras porquerías, al grado de que siempre le están reparando algo, siempre están haciendo alguna mejora, sin contar los tramos donde el pavimento está desecho.
Por eso, a pesar de que un sector de la ciudad se pronunció por que ya se abra el Ramal Camelinas, el Ayuntamiento de Morelia ha sido bastante precavido para recibir esa obra, dado que su mantenimiento no saldrá barato, subsanar deficiencias no será barato y el recurso municipal no contempla operar y mantener una obra de esas dimensiones, sobre todo cuando no alcanza a lidiar con las destrozadas calles de la ciudad.
Se ha criticado al alcalde Raúl Morón, pero en realidad se ha curado en salud, y es preferible esperar un poco más que apresurarse y recibir una porquería como el Libramiento Norte de la capital.

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Los comediantes callaron

Recuerdo una rueda de prensa que en su momento ofrecieron los entonces candidatos de la alianza PRD-PAN-MC Antonio García Conejo y Carlos Quintana, acompañados por líderes estatales de los tres partidos y Jesús Zambrano. Aquello, más que rueda de prensa, fue un show de open mic para hacer stand up, ya que cada uno, a su manera, sacó lo mejor de su repertorio de chistes sobre AMLO, y era además divertido ver a Antonio Soto comentando los chistes y haciendo bromas adicionales con la mujer que lo acompañaba. En esa rueda de prensa era bien fácil saber que los periodistas éramos minoría dado que, muy profesionales, reporteros y fotógrafos no nos prestábamos a los chistines, pero la gran mayoría de los asistentes rompían en carcajadas ante las ocurrencias del simpatiquísimo Tragabalas.
Hoy el panorama es muy distinto, ya no se ha sabido nada de Carlos Quintana, no se oye hablar de Antonio García Conejo, Jesús Zambrano, pues quién sabe, algo habrá pepenado de lo que quedó del PRD, y Antonio Soto, si no fuera por las ruedas de prensa que hace como bateador emergente en la dirigencia estatal perredista, la verdad, nadie lo entrevistaría.
Ya hasta el gobernador le bajó a sus chistes y recibió al presidente electo como quien sabe de qué lado masca la iguana.

De una campaña a otra

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Durante las campañas electorales, incluso antes, desde distintos frentes se emprendió una campaña del miedo, poniendo a AMLO como un peligro para México, como quien iba a convertir a este país en Venezuela, y usaron cada cosa que dijo el entonces candidato para generar psicosis en su contra, y les funcionó, hasta cierto punto.
Hoy, con la elección ganada y a casi mes y medio de tomar posesión como presidente, se vive otra campaña en su contra, la de la desilusión, promovida por sus detractores para sembrar en la ciudadanía la idea de que AMLO no ha cumplido sus promesas, como si ya fuera presidente, y de que no las cumplirá. Eso puede causar que al llegar al poder tenga incluso menor nivel de aceptación que Peña o Calderón. No es un hecho, pero hacia allá vamos.
Ahora ya no sé qué sea peor, si los chairos que durante 6 años estuvieron jodiendo con EPN a cada paso que daba, o los derechairos, que están jodiendo con AMLO hasta por el color de la corbata. Es increíble los manipulable que es la ciudadanía, que se le puede moldear al antojo de quien tenga las herramientas para hacerlo. Es cuánto.

Para escuchar el fin de semana: “Blues train, railroad songs”

En diferentes manifestaciones artísticas afroamericanas el tren tiene un lugar preponderante, y es que fueron miles de esclavos africanos los que murieron en el tendido de vías del ferrocarril, y aún después de abolida la esclavitud fueron muchos los que siguieron trabajando en ese sector, por lo que junto a las plantaciones de diferentes cultivos, las vías pueden considerarse una suerte de trauma racial. Por ejemplo, recuerdo haber visto un festival de blues con Big Mama Thornton, todo ello grabado para la televisión en una vieja estación de tren, donde los participantes emulaban a músicos callejeros que por unas monedas tocaban en los andenes.
En este sentido, no son de extrañar los discos de blues con temática ferroviaria y todas las historias que ahí se pueden tejer: encuentros, desencuentros, despedidas, abandonos y un largo etcétera que puede servir de pretexto para hacer un buen blues. Tal es el caso del disco que recomiendo esta semana: “Blues train, railroad songs”, de 1998, un álbum recopilatorio que recoge excelentes temas cuya temática gira en torno al tren.
El disco abre, por poner un ejemplo, con “There’s a train”, una joya de The Holmes Brothers en que el tren sirve de metáfora de la vida misma. Además hay que decir que el solo de guitarra es simple y sencillamente exquisito.
Más adelante Johnny Nocturne Band y Brenda Boykin nos regalan una belleza llena de cadencia titulada “Boogie-woogie choo choo train”, ideal para bailar al ritmo del contrabajo y una sección de metales muy de big band. Con un ritmo más cercano al rockabilly, Larry Johnson hace que den ganas de destaparse una cerveza pues su voz aguardentosa en “Railroad man” bien puede remitirnos al “Hoochie coochie man” de Muddy Waters, muy sureño, harto rural.
En “Railroadin’ some”, Rory Blok nos lleva por todo Estados Unidos a bordo de un tren con sonido bastante country, y eso hace que este tema, más la excelente voz de la mujer, sea una belleza perfecta para ponerse la Stetson y las botas y marinar unas costillas.
Del sonido cowboy pasamos a una atmósfera muy Nueva Orleans con Chuck Carbo, que en “Meet me at the station” juega con ese sonido hasta lograr una pieza encantadora, en la que casi podemos ver a los santos marchar.
Como una work song al ritmo del golpeteo en las vías, Philip Walker le canta de amor a una chica en “Goodie train”, como la promesa de un hombre que dice la verdad y que está dispuesto a lo que sea por conseguir el amor de la susodicha.
El disco cierra de manera apabullante pues Clarence “Gatemouth” Brown nos regala un extraordinario bebop titulado “Take de ‘A' train”, perfecto para levantarse, empinarse el whiskey y ponerse a bailar con el frenesí que este estilo jazzístico contagia.
Por eso y por las que no mencioné, el disco “Blues train, railroad songs” es un material que hay que tener y apreciar como muestra de todo lo que el tren puede significar para aquellos cuyos ancestros seguramente trabajaron (por su voluntad o no) por que fuera posible. Salud.