Etelberto Cruz Loeza. Recupero de mi colaboración anterior su párrafo inicial: Entre el 26 de septiembre y el 2 de octubre, la nación estuvo invadida por aludes, avalanchas de sonidos, tintas y pixeles: por circunstancias no deseadas se reunieron dos aniversarios de sucesos bestiales sufridos en el seno de la sociedad nacional. Presento punto de vista sobre el Movimiento del 68, poco, o muy, diferente a los que esos días sofocaron al país y a nuestra sociedad; días previos y del aniversario que muchos de quienes celebraron, festinaron y escribieron sobre esos aciagos días, ni siquiera los vivieron, ni como protagonistas ni como espectadores, ni como lectores. En 1968 cursaba mi segundo grado de posgrado en la actual universidad autónoma de Tlaxcala; el alumnado, mayoritariamente, estaba integrado por egresados de las escuelas normales rurales de la zona central, oriente y centro occidente del país: Panotla, Teteles, Perote, Mactumatzá, Chiapas, El Mexe, Tenería, Tiripetío, Echelchakán, Atequiza, San Marcos, Cañada Honda, fundamentalmente y por exalumnos de las diferentes normales urbanas, como la de Oaxaca, Morelia, y de los CREN, como el de ciudad Guzmán, Iguala, Tuxtepec, Arteaga, Cedral, (la normal del desierto, en San Luis Potosí) y, relativamente pocos, de la Nacional de Maestros. De mi sección, en el llamado curso intensivo muchos egresados de normales rurales, acudían sigilosamente a lugares específicos de la delegación Cuauhtémoc y recibían línea de personas vinculadas con la subversión – y que Luis Spota pinta, perfila y describe magistralmente en su narrativa Las Cajas y El Rostro del Sueño y Gustavo Sáenz con su cuento LA LORE, de su antología Jaula de Palabras, que retratan esos sucesos; en ese momento los nombres no significaban nada, pero entre ellos sobresalía uno: Graco. Desde 1963-64, fui asiduo lector del semanario SIEMPRE!, presencia de México y concedía especial atención a su suplemento cultural, cuyo responsable fue Fernando Benítez, en ese momento, uno de los mejores narradores mexicanos Y, diariamente, leía EXCELSIOR y, además, dominicalmente, compraba El DÍA y disfrutaba su suplemento, El Gallo Pitagórico. En el surgimiento y desarrollo de los eventos que reventaron el 2 de octubre y días posteriores, fue un hecho natural, dado el abanico de columnistas y colaboradores de SIEMPRE!, EXCELSIOR y EL DÍA, que ellos tomaran partido, mas en los sucesos sí eran coincidentes. Tenía tres visiones, percepciones y líneas, además de imágenes. Verdaderamente el movimiento estudiantil mexicano de 1968 fue algo, tan inédito como maravilloso y sorprendente. Socialmente, el Movimiento del 68 fue una herida que fue sanando con el tiempo, pero que cada año la autollamada izquierda raspa para tratar de ver nueva sangre. Con todo lo lamentable que fue y es, es un pasado que no debió ser, mas fue y debemos olvidar y hasta perdonar para poder vivir en paz. Un antes de asentar lo político: todos los gobiernos de cualquier lugar y tiempo tienen oposición, por la disputa del poder, que se diluye cíclicamente, con los procesos electorales: es el virtuoso círculo de las democracias, mas existe un tipo-perfil de oposición que en muchos países tan asimétricos como el nuestro, tiene un caldo de cultivo muy a modo y que, además, poco le importan los procesos electorales: no quiere solamente el poder. Desea-quiere- ambiciona-codicia únicamente el poder y destruir a todos – un anarquismo soterrado –a todos, que los considera enemigos, pues le significan riesgo de diputa del poder. Esto es subversión. Políticamente.- El Movimiento del 68 fue un terreno propicio: asunto estudiantil que evolucionó de tal manera que en alguna de sus fases se utilizó como trinchera para la subversión. Que las dos principales casas de estudios del país estuvieran en conflicto y se manifestaran en contra de ciertos procedimientos de contención policiaca, para los subversivos de siempre, este escenario les venía como al anillo al dedo, se transformó de tal manera que estalló-reventó el 2 de octubre. Nadie lo ha dicho: el Movimiento del 68 tiene-tuvo dos facetas: un movimiento contra el gobierno de la ciudad de México y otro, la oculta, el movimiento contra el Estado mexicano. Para intentar resolver el primero se hicieron los cambios administrativos que se pedían – entre ellos destitución del jefe de policía y sus funcionarios, más movimientos administrativos en la UNAM y el IPN - . Pero no cedió, ni se detuvo. El CNH – y quienes estaban atrás de ellos y los manipulaban – quiso-quisieron más. Al mostrar fines de inestabilidad política y riesgo político-social, todos los Estados reaccionan y el Estado mexicano reaccionó y surgió el mar de sangre, muerte y llanto. ¿Culpables? Un hombre aceptó su responsabilidad histórica, Gustavo Díaz Ordaz; los que mandaron la carne de cañón, están en las sombras y se regodean, tranquilos sin escrúpulo alguno; alguno hasta fue gobernador. A 50 años de distancia, los acomodaticios en la cúpula del poder pretenden reescribir la Historia, como Amieva, en el gobierno de la ciudad de México, desmontando las placas que muestran la obra de gobiernos – en este caso de Don Gustavo Díaz Ordaz – y son capaces de desinventar la cultura, reescribir la historia y la política – como el Gran Hermano - con tal de quedar bien con los que tendrán el poder. Todos ellos olvidan que la Historia no se reescribe. Jamás justificaré los muertos y sangre de esos días ni del 2 de octubre. No debió ser, pero fue. No debe haber más. Debemos reconciliarnos, tratar de olvidar e intentar perdonar. Los que ahora se rasgan las vestiduras, se colocan ceniza en el pelo y como contratadas plañideras gimen a moco tendido olvidan que gracias al remordimiento sobre esos hechos, poco después, nuestro sistema político se abrió: el Movimiento del 68 fue un parteaguas de nuestra política electoral: se reconoció legalmente al partido comunista, Don Jesús Reyes Heroles propuso la primera Gran Reforma Electoral, que, finalmente, separó al Estado-gobierno mexicano de la organización y validación de los procesos electorales – lo colocó como testigo, con voz, pero no voto – y como institución responsable de los procesos electorales, y su validación, se creó el Instituto Federal Electoral; su consejo general - del IFE - estuvo conformado por los representantes de los partidos políticos con registro nacional, y se evolucionó hasta llegar a la configuración actual: ciudadanización total, completas certeza, autonomía, imparcialidad, objetividad e independencia del poder público – se creó el Cuarto Poder: de los Ciudadanos -, que se complementa con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y el encaje legal que hace de nuestro sistema político electoral uno digno de imitarse en otros Estados. El Movimiento del 68, por donde quiera que se le vea, no fue estéril. Nuestra Democracia es su mejor fruto y una de sus más lozanos árboles. Artísticamente, es lamentable que la inmensa mayoría de todo lo que ahí se manifestó- creó: pictórica, musical, teatral y escenográfica, fuera anónima y se perdió. Salvo que una persona-Institución muy interesada buscara y rescatara en los Medios de hace 50 años. Todo ese producto artístico es tan valioso como irrescatable; particularmente los coros, los lemas, las consignas, las poesías corales y trovas (de Los Mascarones, si no recuerdo mal) -, las canciones y adaptaciones musicales a canciones populares –como La Adelita, compuesta en honor a TITA, (Roberta), una líder anónima dentro del mar de líderes que surgieron -, los volantes y grabados impresos, etc. Todo ese vivac juvenil fue real y verdaderamente obra de arte en todo lo que vale-significa OBRA y ARTE.