Luis Sigfrido Gómez Campos Existe una gran preocupación en el mundo pensante por el regreso de las ideologías de carácter fascista que se creían superadas y que siguen causando una inexplicable fascinación en el electorado de diversos países en la actualidad. Concretamente la élite intelectual está angustiada por el muy probable arribo al poder de Jair Bolsonaro,en Brasil, un político de extrema derecha cuyas declaraciones asustan a las mentes racionales, pero producen cierto efecto de atracción en la mayoría de la población no obstante la agresividad y absurdo de sus expresiones. Después de la llegada al poder, en el país más poderoso de la tierra, de Donald Trump, pensamos que no podíamos encontrar a alguien peor para conducir los destinos de una nación; o que, por lo menos, el electorado del mundo ya estaría advertido de personajes con este perfil indeseable. Pero no, nos damos cuenta que después de Trump, los hay iguales o peores, y que los pueblos los siguen eligiendo porque les convencen sus propuestas fascistas. No aprendieron con Adolfo Hitler. Jair Bolsonaro es un exmilitar que aspira a ser presidente de Brasil y que fue multado siendo diputado por haberle dicho a una compañera: “Yo a ti no te violo porque no te lo mereces”,se ha divulgado que dijo: “yo a ti no te violo por fea”. Para el caso es lo mismo, se le acusa de ser extremadamente misógino y de que frecuentemente hace ese tipo de declaraciones machistas de odio hacia las mujeres. Describió a su familia de la siguiente forma: “Tengo cinco hijos. Cuatro varones y en la última ya tuve un momento de debilidad y salió niña”. A finales del mes pasado, siete días antes de las elecciones para presidente, cientos de miles de personas se manifestaron en Brasil y en varias partes del mudo bajo el lema “Ele não” (“Él no”)expresando su rechazo a las prédicas misóginas, homofóbicas y racistas del exmilitar, y no obstante, fue confirmado como candidato a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales después de obtener un 46.03 %, contra el 29.28%del candidato por el Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad. Sin embargo, el panorama electoral para Brasil no se presenta muy alentador, una encuestadora le daba el 58% aBolsonaro, contra 42% a Haddad, ya descontando los votos en blanco, nulos e indecisos. El día de hoy,el mundo ya sabe si el indeseable Bolsonaro resultó electo a la presidencia de Brasil. Pero ser misógino no hace a nadiefascista.Este personaje siniestro, ha manifestado, además,estar abiertamente a favor de la dictadura militarinstalada en Brasil en abril de 1964; ha dicho que prefiere a un hijo “muerto” que homosexual; que el único error de la dictadura brasileña fue “torturar y no matar”; que Pinochet “debió matar a más gente”; ha advertido que va a fusilar a sus rivales políticos y a “cerrar el Congreso”;dice que los inmigrantes bolivianos, haitianos, senegaleses y sirios son la escoria del mundo y quiere enfrentarlos con las fuerzas armadas; también ha dicho que los “indios hediondos” no deberían poseer territorios propios y que no dotará de tierra a las comunidades indígenas y afrodescendientes; asegura que sus hijos no podrían enamorarse de una mujer de color porque “están bien educados”. Estas y otras lindezas las manifiesta de manera abierta y clara como parte de su discurso. Se justifica diciendo que él es un comediante y que muchas cosas que dice, son broma. Pero lo más importante no es que existan personas que sostengan este tipo de discurso indeseable, sino que su prédica tenga acogida en millones de personas que acepten esta “doctrina” como una disertación convincente. ¿Qué hay en la mente y en el alma de millones de personas que se dejan seducir por este tipo de personajes siniestros que periódicamente aparecen en la historia de la humanidad para pretender dirigir los destinos de un pueblo? Los estudiosos de todas las disciplinas emiten sus más sesudas reflexiones explicando los atavismos perversos que venimos arrastrando los seres humanos y la forma en que nos comportamos bajo ciertas circunstancias. Los hechos políticos de la vida contemporánea del Brasil, nos aportan el más raro comportamiento de un pueblo en un período muy breve: las élites políticas y económicamente poderosas de ese país, junto con el Poder Judicial, armaron un tramposo escenario para encarcelar al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y así impedir que contendiera a la presidencia. Curiosamente, el pueblo que lo respaldaba y que supuestamente era la gran mayoría, no puede hacer nada para detener esa injusticia. Después, impulsaron la llegada al poder de un loco fascista que representa todo lo contrario a la ideología “humanista” y progresista de Lula, y las masas se le entregan olvidándose de sus compromisos con la justicia, con el bien y la humanidad. Habrá mucho por estudiar de estos fenómenos políticos, pero por lo pronto hay quienes nos sentimos desencantados y no encontramos una explicación satisfactoria al comportamiento político de los seres humanos. luissigfrido@hotmail.com