O se es 'progre' o se es 'fifí' Jorge A. Amaral Dijo Andrés Manuel López Obrador, en respuesta a la polémica portada de Proceso, que una vez que tome posesión del cargo como presidente de México “se va a poder juzgar al presidente en funciones, me van a poder juzgar a mí como se juzga a cualquier ciudadano”. Lo malo es que para eso aún faltan algunos días, tres semanas más o menos, por lo que por ahora, que sólo es presidente electo, aún no se le puede criticar haciendo uso de la libertad de expresión, que no es un derecho que se haya ganado tan fácil en este país. La reacción del tabasqueño a la portada de la revista de inmediato causó revuelo. Y es que el de Macuspana es un Moisés de las multitudes. Así como el libertador de los judíos plantó su báculo y separó las aguas del Mar Rojo, el futuro presidente planta sus calificativos y se separan los juicios y opiniones, y entonces de un lado quedaron sus feligreses, esos que son incapaces de cuestionarlo y que bien podrían lapidar a quien se atreva a criticar o descalificar aunque sea un poco al morenista, y los detractores, que denostarán al próximo presidente hasta por el color de la corbata o su modo de hablar. En términos coloquiales, el báculo verbal de AMLO separa las aguas colectivas y de un lado quedan los chairos, vasallos fieles, y los derechairos, muchos de los cuales siguen pensando que Felipe Calderón fue un gran presidente. Y quienes quedamos en medio, sin tomar partido, cuando mucho seremos gente fifí. Lo malo de todo esto es que cómo podemos ver en AMLO a un estadista si a la crítica reacciona de esa manera, y aquí el punto no es si la cabeza de la portada de Proceso estuvo inflada o no, ya estamos en el otro nivel, en el que el futuro titular del Ejecutivo ya dijo que no se va a callar, lo que quiere decir que le responderá a cada medio que lo critique durante los seis años de su gobierno. Lo anterior me recuerda a uno de los actuales enemigos públicos de la derecha, Hugo Chávez, quien, reacio a la crítica, optó por suprimir a los medios que no le eran afines, pues consideraba que ponían en riesgo el proyecto de la revolución bolivariana, de la cual él era estandarte. Pero no sólo hablemos del comandante Chávez, más reciente y más próximo resulta Donald Trump, quien a los medios que lo critican y lo cuestionan, como CNN, los llama “fake news”, acusándolos de falsedad y carentes de credibilidad. Como se ve, ejemplos hay en ambos lados de la política contemporánea. Y entonces, viendo los distintos niveles de reacción basados en los ejemplos anteriores, la pregunta sería qué relación podemos esperar del próximo gobierno con la prensa si los nuevos funcionarios tendrán la piel tan delgada: ¿van a tomar represalias vía convenio contra esos medios?, en los estados, ¿los coordinadores de programas federales van también a ser como los antiguos censores de Gobernación?, ¿o simplemente, cuando haya una nota o portada incómoda se va a azuzar a la ciudadanía tachando de fifí y conservador al medio en cuestión para que ya sea la feligresía la que se encargue de acabar con él. Esos escenarios deben preocuparnos no sólo a los periodistas y comunicadores, sino a cualquiera que esté interesado en que la libertad de prensa siga siendo un derecho consagrado pues, al igual que otras garantías que el Estado está obligado a proporcionar, ha costado mucha sangre y muertos. Ahora bien, retomando lo de separar las aguas de la opinión pública, ¿qué capacidad para resolver conflictos, que debe ser inherente a cualquier hombre de Estado, tendrá el presidente electo si él mismo promueve la polarización de la sociedad? Así no se le ve mucho el afán de que haya concordia y diálogo, y para muestra basta ver las reacciones de la feligresía obradorista cuando José Gil Olmos, a nombre de Proceso, respondió a los señalamientos del futuro dignatario. Fue algo en verdad lastimoso ver cómo el culto es capaz de fundir la capacidad de discernimiento de muchas personas. Es curioso cómo una historia de 42 años se va al caño por los adjetivos de un líder político y las reacciones de sus hinchas. 'Si no les parece...' Dice el gobernador del estado que si a los productores de aguacate no les parece a cómo se los paga la APEAM, fácil, que creen su propia empresa y lo exporten ellos. Justo un párrafo arriba hablábamos de políticos lenguaraces que lejos de resolver el conflicto le echan más leña al fuego, y el titular del Ejecutivo estatal sale con eso. Claro, con todo el dineral que maneja el sector aguacatero del estado, con todo lo que seguramente lo apoyaron no sólo en campaña, sino hasta en su sueño deportivo de tener un equipo de basquetbol (uno de sus deportes favoritos) profesional en el estado, es lógico que no les va a fallar. Ese ha sido el gran problema con el gobernador: siempre ha tenido demasiados compromisos y basado en ellos actúa. Ese ha sido el sello del discurso del Ejecutivo durante tres años y a lo mejor ni siquiera es su culpa, él habla desde el corazón y con el alma en la mano, lo malo es que de todo su séquito de asistentes y lambiachis no hay quién lo cuide de sí mismo, no tiene un verdadero amigo que le señale cuando está cometiendo un error, y entonces le pasa como en el cuento del traje nuevo del emperador. Es cuánto. Para el fin de semana: “The Chronic” El 15 de diciembre de 1992 marca un hito en la historia del rap, pues en esa fecha fue lanzado al mercado “The Chronic”, de Dr. Dre. El álbum es el debut del rapero angelino como solista tras su salida del grupo icono del gangsta rap N.W.A., que marcó un antes y un después en el género. Lo que hace que este disco sea diferente de todo el rap previo es que con este material, Dr. Dre marca la fundación del G-Funk, que puede entenderse como un funky gangsta pues recoge influencias del funky y el soul en el sampleo para insertar líricas precisas, un rapeo sumamente rítmico, fluido, con la voz serena de Dre y en las participaciones de Snoop Dogg, que apenas iniciaba su carrera. Debido a su excelente producción, que es considerada de las mejor hechas en un disco de rap, “The Chronic” es un disco que se puede considerar perfecto dentro del género pues inserta temáticas de las calles angelinas, como drogas, pandillas, violencia y otros fenómenos, con críticas a otros raperos, como el también exN.W.A. Eazy-E, pero con el ingenio y la extraordinaria capacidad lírica de Dre, que además procuró que el sonido fuera claro, nítido, con sampleos sumamente atractivos al oído. Temas clave de este discazo, “Fuck with Dre day”, “Nuthin' but a G thang”, “Lil' ghetto boy” o “A nigga with a gun”. Vaya, destápese una cerveza, encienda un cigarrillo (de lo que a usted le guste), suba los bajos y reclínese hacia atrás, que Dre le hará una crónica de Los Ángeles de los 90. Aclaro que el nombre del disco no tiene que ver con géneros periodísticos, sino que en el argot de esas latitudes y contextos, “chronic” es la marihuana de buena calidad. Hecha la precisión, salud.