Agencias/ La Voz de Michoacán. Un año ha necesitado Kim Schmitz, alias Kim Dotcom, para levantar Mega, su nuevo servicio de almacenamiento de archivos con el que el informático alemán de 38 años pretende recoger el enorme éxito de su anterior proyecto, Megaupload. Aquel portal de descargas fue clausurado por orden del FBI el 20 de enero de 2012 en una operación auspiciada por los grandes de la industria del contenido, que le consideran poco menos que el mayor filibustero de todos los tiempos. «Esto no es un corte de mangas ni a Estados Unidos ni a Hollywood», aseguró Dotcom ayer poco antes de que el nuevo sistema comenzase a aceptar, a las 18.48 horas, los primeros registros en una plataforma aún en fase de pruebas. Su espectacular mansión a las afueras de Auckland (Nueva Zelanda) acogió la fiesta de presentación de su última creación, aunque el evento fue seguido en todo el mundo vía internet. La fecha estaba marcada a fuego y por si en la Casa Blanca se habían olvidado de la cita, Dotcom envió un irónico mensaje a través de Twitter poco antes del comienzo. «15 minutos @BarackObama». El «justiciero cibernético» -tal y como se denomina ahora que se ha autoerigido en defensor de las libertades en la Red- busca repetir, con algunos matices, la fórmula que le reportó beneficios millonarios. En las dos primeras horas, Mega, que es como se llama el nuevo servicio, consiguió 250.000 miembros. La expectación hizo que la plataforma -disponible en castellano y catalán- funcionase de forma muy lenta las primeras horas. La gran diferencia con respecto a Megaupload queda casi oculta a ojos del usuario. Dotcom confía ahora todo su negocio en un sofisticado proceso de encriptado de rango militar con el que espera bordear las leyes contra la piratería que llevaron al cierre de su anterior servicio. ¿Cómo funciona? Con tan solo un click, el usuario codifica el archivo justo antes de 'subirlo' a los servidores de Mega, que automáticamente genera una clave única para el internauta. Sólo con esa contraseña es posible acceder al contenido, de tal forma que ni Dotcom ni sus empleados saben qué guardan en sus servidores. Con esta artimaña, pretende que la responsabilidad sobre los contenidos y la difusión de las contraseñas por la red quede en manos del usuario, que sería la única persona a la que las autoridades podrían perseguir. El excéntrico millonario explica que, con todo este entramado, «si los servidores se pierden, si el Gobierno llega a una base de datos y la confisca, o si alguien hackea el servidor y roba sus datos, no se llevará nada puesto que el archivo siempre se mantendrá cerrado y privado si no se tiene la llave». «Legalmente, no hay nada que pueda usarse para cerrar mi nuevo sitio, que es tan legítimo y tiene tanto derecho a existir como Dropbox, Boxnet o cualquier otro de los competidores», aclaró ayer.-