Juan Bustos/La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Ante el arribo de un nuevo gobierno que buscaba, al menos discursivamente, romper con la hegemonía política que favoreció la degradación de aspectos sociales, la experiencia de la Revolución Mexicana puede ayudar a la reconfiguración del Estado mexicano, que requiere de las experiencias sociales, pero hace poco más de 100 años Michoacán, a través de Lázaro Cárdenas, logró un impulso importante a la agenda social. Ahora, ante fenómenos como la crisis de violencia y las experiencias comunitarias de organización ante la inseguridad, pueden ser un modelo de referencia desde la entidad. Otro elemento que se agregaría es analizar la realidad de cambio o “Cuarta Transformación” que se manifiesta con el arribo de un nuevo gobierno, donde la experiencia revolucionaria dejó en claro que hay muchos actores, sobre todo en ámbitos locales, que sólo cambian de etiqueta o partido para seguir ejerciendo cacicazgos, como lo relatara Jesús Romero Flores en su retrato literario de la Revolución Mexicana. La Voz de Michoacán entrevistó a dos académicos, Enrique Guerra Manzo, profesor Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y Gerardo Sánchez Díaz, profesor emérito del Instituto de Investigaciones Históricas de la Casa de Hidalgo. Sánchez Díaz explicó que lo que llamamos Revolución Mexicana, que inicia en 1910, tiene varias etapas y tiene sus propias características, la primera parte, la Revolución maderista, implicaba buscar eliminar el régimen construido por Porfirio Díaz y llegó hasta 1913 con el asesinato de Francisco I. Madero; después vendría la Revolución constitucionalista, que ve el tránsito hacia el régimen constitucional que fue roto con el golpe de Estado al presidente Madero, con Victoriano Huerta. El académico nicolaita indicó que después de la salida de Victoriano Huerta en 1914 con su derrota por los constitucionalistas, lo que viene es otra etapa, ahora un conflicto entre los propios revolucionarios, y se convierte entonces en una guerra civil, es decir, una guerra al interior de lo que fue la Revolución y es lo que llega hasta 1917, cuando se transforma el régimen constitucional con una nueva Carta Magna. En este contexto, indicó que en lo que se refiere a Michoacán, esas etapas tienen también distintas características: primero, en la Revolución maderista, que busca la extinción del régimen porfirista, “en ese periodo no tenemos una expresión grande de enfrentamientos, no hay batallas, hay unos pequeños combates o medianos combates, pero no existe mucha confrontación, sí existe una mayor confrontación en la segunda etapa de la Revolución constitucionalista”. Detalló que en la tercera parte, donde se dan enfrentamientos en lo que sería esta especie de guerra civil, arriban zapatistas y constitucionalistas; con ello la población civil se va afectada por esas expresiones del conflicto entre los propios revolucionarios. Sánchez Díaz indicó que una expresión importante o corriente derivada de la guerra civil es el bandolerismo, es decir, movimientos que surgen al margen de las grandes corrientes de la llamada Revolución, la más representativa en la entidad es el “Chavismo” que encabeza José Inés Chávez García, del cual también existen muchos imaginarios, pues se habla de terror y la violencia. “Hay que decir que el terror y la violencia no sólo están en esta expresión del bandolerismo, sino también en otros fenómenos de la guerra civil que fueron muy duros para la población”, dijo el investigador.